Desprecio

Entraremos en el 2006 como en una prórroga del pasado. No hay ni nueva época ni nueva fase, todo es conocido porque ya ha pasado en la política de este pequeño país. Y los viejos del lugar, sentados en la curva de la carretera, verán entre sonrisas cómo se van dando de nuevo los topetazos. Al menos sabemos lo que va a pasar, privilegio de dioses y de vascos.

Ha dado la impresión, más bien parece, que al Gobierno tripartito le molesta más que el PSE apoye sus presupuestos que se los rechace. El comportamiento de la vicelehendakari y los comentarios de los consejeros de EA y de EB, cuando menos, han sido humillantes para los socialistas, que de esta manera se han visto sorpresivamente remunerados como en la parodia cómica, tan querida por Forges, de que Roma no paga a traidores. Si ese fuera el comportamiento de un adolescente, lo tacharíamos de mal educado, pero es que los doctrinarios -debieran saberlo los socialistas- ni siquiera ha accedido a la adolescencia de la política. Doña Idoia Zenarruzabeitia parecía insinuar que se quedaran con su apoyo y, en plan acusica, declaraba que los socialistas no han sacado ni la quinta parte de lo que decían habían negociado del presupuesto, y que la parlamentaria de Aralar había sacado tanto o más. Nunca se ha aceptado tan mal un apoyo parlamentario, al contrario de lo bien que el PSOE ha recibido el apoyo presupuestario del PNV en Madrid. Como debe ser.

Quizás sea porque en el PNV haya dos sensibilidades (¿sólo?). Mientras uno gobierna y tiene la seguridad de hacerlo en tanto que Euskal Herria exista, puede darse el lujo de tener todas las sensibilidades que le dé la gana. Es lógica la preocupación de EA y de Madrazo, a quienes cualquier atisbo de acercamiento al PSE por parte del PNV les hace temer por sus puestos en el Gobierno, pero no lo son tanto las declaraciones de desprecio hacia los socialistas que han surgido desde la parte jelkide del Gobierno. Ha tenido que salir a la palestra en dos ocasiones el parlamentario y portavoz del EBB Iñigo Urkullu, ante el silencio del lehendakari, para corregir la zafiedad de su Gobierno. La moraleja de la historia: miren si es mentira todo eso del diálogo que anuncia Ibarretxe que recibe hasta mal un apoyo presupuestario si no es desde filas nacionalistas. Y la conclusión: la vicelehendakari ha puesto tanto énfasis en despreciar a los socialistas como en lamentar la oportunidad perdida de EHK -la pata ausente en estos presupuestos de la comunidad nacionalista- para apoyar los presupuestos. Posiblemente sea lo más sentido por su parte, sabiendo, además, que todo el mundo entiende que ambos apoyos eran incompatibles.

Luego viene la guasa, vomo decir que espera que el PSE aguante toda la presión que le va a venir encima, cuando la más demoledora y definitiva es la que ella le ha dirigido. Hasta tal punto, que a los socialistas les ha parecido peor lo que les ha venido del Gobierno vasco que todo lo que les ha caído del PP, lo que era previsible, especialmente en lo relacionado a la partida presupuestaria dirigida a subvencionar a los familiares de los presos de ETA, que finalmente saldrá adelante con el coherente apoyo de EHK.

Si lo que los socialistas vascos deseaban era iniciar una nueva fase -o época, o lo que sea, según esa retórica de moda, iniciando un proceso de acercamiento al PNV-, pueden descubrir que hasta en esto los encargados de chafárselo son precisamente los del PNV. No todos los del PNV, por eso hablo de diferentes sensibilidades, pero sí los que detentan el poder institucional en el Gobierno vasco, que no es poco. Pues bien, entraremos en el 2006 como en una prórroga del pasado. No hay ni nueva época ni nueva fase, todo es conocido porque ya ha pasado; es una tragicómica repetición, cómica por su repetición. Nada es nuevo en la política de este pequeño país, y los viejos del lugar, sentados en la curva de la carretera van a ver entre sonrisas y con un cigarro apagado entre la comisura de sus labios (hasta ahí no llega la ley antitabaco), cómo se van dando de nuevo los topetazos. Por lo tanto, recibamos con alegría un nuevo año, porque al menos sabemos lo que va a pasar, privilegio de dioses y de vascos.

Eduardo Uriarte, EL PAÍS/PAÍS VASCO, 28/12/2005