Florencio Domínguez, LA VANGUARDIA, 15/6/2011
ETA no se conforma con la vuelta de la izquierda abertzale a las instituciones, sino que quiere avanzar hacia el logro de sus demandas políticas. Si no percibe ese avance, aparecerá el riesgo de reactivación de los atentados. Suponiendo que esté en condiciones de actuar cuando quiera hacerlo.
El éxito conseguido por Bildu el 22-M se ha reflejado en el amplio poder local que le ha correspondido a esta coalición tras la constitución de los ayuntamientos. La izquierda abertzale ha encontrado una forma de sortear la ilegalización y ha recuperado presencia en las instituciones locales. La nueva situación lleva a preguntarse qué efectos puede tener sobre el abandono definitivo de las armas por parte de ETA. No hay que olvidar que la banda terrorista, en tregua desde el 10 de enero, ha paralizado los atentados y la extorsión, pero sigue desarrollando el resto de las actividades necesarias para fortalecer el grupo terrorista dentro de un plan de reestructuración que ha puesto en marcha.
Algunos sostienen que, a la vista del éxito de la apuesta electoral de Bildu, ETA no va a tener más remedio que dejar definitivamente las armas. El argumento es equívoco y peligroso. ¿Y si Bildu hubiera tenido un fracaso en las urnas? ¿La banda tendría justificación para seguir? La democracia sólo garantiza la oportunidad de defender el programa de uno mismo, no que ese programa tenga que ser aceptado por la mayoría. ETA ha mantenido su actividad terrorista durante mucho tiempo a pesar de que sus propuestas eran defendidas dentro de la legalidad por Herri Batasuna.
Facilitar la vuelta a la legalidad de Batasuna –a través de cualquiera de sus ropajes– era uno de los objetivos de la tregua de ETA, según admite la banda en sus documentos. Con Bildu ese propósito está conseguido, pero la legalización no era el objetivo único y ni siquiera el principal. El objetivo último de ETA es el de siempre: que se reconozca la autodeterminación y la unión de Navarra al País Vasco en un proceso de negociación que quiere provocar con la tregua. ETA no se plantea renunciar a las armas porque se haya legalizado Bildu, porque haya tenido éxito en las urnas o porque también pueda legalizarse Sortu. La tregua constituye un movimiento político dentro de un proceso que, desde el punto de vista etarra, tiene que terminar con la aceptación de sus exigencias.
En esta situación de alto el fuego, ETA ha reflejado dos temores: uno, que se malinterprete el sentido de la tregua –es decir, que haya quien crea que es un paso para abandonar las armas–, y otro, que la situación actual se alargue indefinidamente sin que se registren resultados materiales del proceso que la banda quiere poner en marcha. A corto plazo, por tanto, no parece que haya riesgo de que la banda se replantee la tregua, tanto por el éxito de Bildu como porque sigue inmersa en un proceso de reestructuración interna. Pero ETA no se conforma con la vuelta de la izquierda abertzale a las instituciones, sino que quiere avanzar hacia el logro de sus demandas políticas. Si no percibe ese avance, aparecerá el riesgo de reactivación de los atentados. Suponiendo que esté en condiciones de actuar cuando quiera hacerlo.
Florencio Domínguez, LA VANGUARDIA, 15/6/2011