Teodoro León Gross-ABC

  • Se trata de una inversión en el mercado de futuros de la política

Cuando un tren descarrila, es imposible que el maquinista lo devuelva a la vía… y ya sólo queda esperar a que la inercia catastrófica no dé más de sí y acabe todo. Y en eso está el PSOE, descarrilado aunque aún con la inercia del poder, prolongando la agonía del sanchismo entre cesiones más o menos indignas a vascos y catalanes –que no ocultan la oportunidad de exprimir a ese Gobierno moribundo, que es un pelele en sus manos– y los golpes de efecto populista a cuenta del erario, como los abonos de transporte. El PSOE ya no tiene ninguna posibilidad de regresar al carril de la normalidad institucional, tras los escándalos inagotables, la condena del fiscal general, la campaña del ‘lawfare’, la cesión de la amnistía y el cupo… Sólo le queda la inercia final. Por eso Sánchez no ha hecho balance real, como no convoca un debate sobre el Estado de la Nación o un pleno de presupuestos. Su rueda de prensa sólo escenificaba una pantomima absurdamente ilusoria, para consumo de los suyos, con la que ganar tiempo. Ahora se evadirá quince días. Toca repasar su ‘Manual de resistencia’.

Sánchez sabe lo que va a suceder en las próximas elecciones a pesar del muro que él proyectó, como aprendiz de brujo de la polarización, para afianzar su posición. Y lo que hace ahora no tiene lógica en este momento, sino ahí, en la próxima cita electoral. Hay que entenderlo como una inversión en el mercado de futuros de la política. Pilar Alegría ya sale del Gobierno para ir a fracasar a Aragón, y le seguirá el fracaso de María Jesús Montero en Andalucía, el fracaso de Diana Morant en Valencia a pesar de la dana, y el fracaso de Óscar López en Madrid. Esto ya está descontado. Sánchez no los envió a ganar sino a tomar el mando de las grandes federaciones socialistas para impedir, llegado el momento, cualquier amago de rebelión contra él. En definitiva, él aspira a continuar y regresar de nuevo al poder como paladín contra la ultraderecha en auge. Resistir es su especialidad. Para eso le sirven esos juguetes rotos que deben fracasar en las autonómicas para contribuir a rebajar el golpe en las generales, como en 2023.

Todo lo que suceda hasta entonces va a ser un proceso agónico. La resistencia en un clima de descomposición supone un desafío para la moral de la tropa, aunque tal vez ya se ha cruzado ‘el umbral del dolor’ en la organización socialista y cada nuevo escándalo apenas se siente. El sistema nervioso está ya muy necrosado. Pero la moral, a pesar de todo, sufre el zarandeo cotidiano de condenas, procesamientos, detenciones, registros, denuncias, acosos, dimisiones… Incluso los socios apartan la mirada ante el espectáculo y se tapan la nariz. La sangría parece demasiado profunda, y hay demasiadas costuras abiertas como para confiar en que suture. Pero Sánchez necesita resistir. Un político no saldría a hacer un balance tan irreal, inmoral, demagógico y chusco si no creyera que necesita desesperadamente ganar tiempo. Sabe a lo que juega.