Después del fracaso

SALVADOR SOSTRES, EL MUNDO 11/05/2013

· Artur Mas sabe que ha fracasado y que su proceso no va a ninguna parte. Su estrategia para conservar el poder es ir creando situaciones como la de la declaración de soberanía del Parlament para que los catalanes quedemos como los demócratas de toda la vida a quienes los brutos de los españoles no nos dejan votar porque son unos fascistas. Y con la esperanza de ir creando con este tipo de escenificaciones un cada vez mayor número de independentistas, Mas busca agotar la legislatura y al final celebrar su consulta aunque sea ilegal y una pachanga donde puedan votar menores, inmigrantes no censados, etcétera, y poder presumir así de promesa cumplida. Sus cálculos son que la participación se situaría sobre el 40% de no se sabe exactamente qué censo y que el 90% de los sufragios sería positivo.

Pero el siguiente paso no será proclamar la independencia sino convocar elecciones, a las que Mas pretende que CiU y ERC se presenten bajo una sola candidatura. Oriol Junqueras, que ha leído perfectamente la jugada, ha rechazado ya este ofrecimiento con el que Mas pretende disimular su segurísimo descalabro electoral y continuar de presidente gracias a la pujanza electoral tanto del liderazgo de Junqueras como de ERC, percibida por los catalanes como la única formación política que si tiene los votos suficientes dará el paso inequívoco de proclamar la independencia de Cataluña. Todo lo que Junqueras le ha ofrecido a Mas es que ambas formaciones concurran a las elecciones con programa de mínimos en común, pero por separado.

Por mucho que Mas insista en su pantomima de la radicalidad democrática, el único camino que tiene para la independencia, si no hay acuerdo entre las partes –que no va haberlo– para suspender la legalidad vigente y sustituirla por otra nueva, es erigirse en caudillo y dar un golpe de Estado.

Una vez Mas ha reconocido que esto no va a hacerlo, el resto de lo que diga o haga carece de cualquier tipo de interés y es sólo la vieja estrategia convergente de vivir del catalanismo político: de un lado, pidiendo dinero a España a cambio de no tensar más la cuerda; del otro, pidiéndoles los votos a los catalanes para tener más fuerza en Madrid y evitar que «España nos robe». De un lado, el amago independentista. Del otro, aferrarse como lapas al poder y a las instituciones que les da la legalidad española. Esto es y ha sido siempre Convergència, más las correspondientes comisiones.

El único misterio que queda por resolver es el alcance que tendrán los nuevos errores que Mas, gafe, va a cometer, y si simplemente destruirán su carrera política o si además acabarán con la creciente ola independentista, dejando en el limbo este debate. Es todavía temprano para saber si el liderazgo de Junqueras podrá absorber la desolación convergente y si ERC podrá volver a ser el partido central del catalanismo político como sucediera en la República; o si, por el contrario, el voto más moderado opta por el españolismo y se va al PP o a Ciutadans, y el más catalanista, deprimido y asqueado por las trampas, las mentiras y la infinita mediocridad de Mas, se queda en casa a la espera de tiempos mejores.

En cualquier caso, Mas continuará siendo un molesto cadáver durante algunos años.

SALVADOR SOSTRES, EL MUNDO 11/05/2013