JOSÉ MARÍA CARRASCAL – ABC – 12/11/16
· Todo vale, al menos en campaña electoral, donde verdad y mentira tienen el mismo valor.
Esto se está pareciendo demasiado a la fábula de las liebres que discutían si los lebreles que las perseguían eran galgos o podencos y, cuando se dieron cuenta, se las habían zampado. Así que vamos a dejarnos de especulaciones sobre cómo será el Trump presidente y atengámonos a lo bueno y malo que nos ha traído la campaña presidencial para no volver a equivocarnos.
Por lo pronto, nos ha advertido de que se pueden ganar enormes cantidades de dinero sin pagar impuestos. Basta tener unos buenos asesores que conozcan los entresijos de la normativa fiscal, para encontrar sus agujeros y colarse por ellos. Lo lógico sería que se cerrasen esos agujeros para que no vuelva a pasar. ¿Se hará? Ese ya es otro cantar, pues tales agujeros están ahí desde hace siglos y ningún candidato incluyó en su programa cerrarlos.
Ha advertido a los dos grandes partidos de que no pueden seguir como si tuvieran una canonjía eterna, con privilegios para sus dirigentes sobre el resto de los ciudadanos, porque esos ciudadanos pueden hartarse algún día y mandarlos a la porra, no sólo a ellos, sino al sistema entero.
Ha despertado a los europeos del sueño de la paz universal kantiana y de un estado de bienestar, que en realidad es un estado beneficencia que nos cuida de la cuna a la sepultura, porque tanto la una como el otro hay que pagarlos y el dinero no cuelga de los árboles. Hay que ganarlo a base de esfuerzo y sacrificio que no estamos haciendo.
Nos ha mostrado también que se puede insultar, desbarrar, mentir, siempre que se coordine con el ánimo ciudadano, que no nos pasará factura, al revés, nos proporcionará réditos electorales. Todo vale, al menos en las campañas electorales, donde verdad y mentira tienen el mismo valor. Ya en el gobierno es otra cosa, y hay que andarse con cuidado con lo que se dice y hace, pues podemos darnos un tiro en el pie. O en la cabeza.
Ha confirmado que las encuestas pueden equivocarse estrepitosamente, e incluso decirnos lo contrario de lo que ocurre, sea porque sus parámetros están todavía en pañales, sea porque los encuestados se han vuelto mucho más recelosos hacia ellas y se vengan dando respuestas distintas a sus verdaderas intenciones. Aparte de que es evidente que muchas forman parte de la campaña electoral de uno u otro candidato.
Aunque las sacudidas secundarias al terremoto Trump son casi peores que el terremoto en sí: el recién elegido 45 presidente norteamericano puede creerse que gobernar es seguir en campaña electoral, de lo que le despertará muy pronto la dura realidad, ya que a base de engaños, insultos y matonadas es imposible «hacer de nuevo grande a América», hecha por los inmigrantes que él trata de detener con un muro. Pero los seguidores de Hillary Clinton hacen un flaco favor a la democracia al manifestarse contra él, sin aceptar el fallo de las urnas, haciéndolas obsoletas. Como ven, hay lecciones para todos. ¿Las aprenderemos?
JOSÉ MARÍA CARRASCAL – ABC – 12/11/16