Editorial, EL CORREO, 9/8/11
Sin reconocer a las víctimas es imposible que la izquierda abertzale avance hacia la reparación del daño causado por ETA
La presencia del secretario general de EA, de una diputada foral de la misma formación, de un representante de Alternatiba y de la alcaldesa en funciones de Zumaia en el homenaje que se tributó a la memoria del empresario Jose Mari Korta en el undécimo aniversario de su asesinato pudo se interpretada ayer como una tímida aproximación de Bildu a las víctimas de ETA. Pero sobre todo recordó el abismo ético que continúa separando de la democracia con mayúsculas a quienes aprovechan las fiestas del verano para redimir a los presos etarras presentándolos como víctimas de la injusticia del Estado, mientras anuncian que algún día acudirán a actos en recuerdo de los asesinados por ETA como si una desgraciada concurrencia de factores sin dolo hubiese acabado con su vida. La izquierda abertzale se resiste al reconocimiento de las víctimas en tanto que objeto de la extrema intolerancia y el fanatismo que las situó en la diana de ejecutores con nombre y apellidos. Sin ese reconocimiento es imposible que quienes hoy ostentan el gobierno de numerosas instituciones de Euskadi avancen hacia la reparación del daño causado por ETA. Todo lo contrario, la conversión del tema en una cuestión sujeta a consideraciones de oportunidad ligadas a los equilibrios en los que se mueve la propia izquierda abertzale acaba añadiendo aún más dolor. Es posible que los herederos de Batasuna estén pensando en aparecer selectivamente a los actos de homenaje a las víctimas de ËTA a medida que la banda se vaya retirando de escena, y siempre como una concesión que contribuya a su habilitación política. Pero por ahora la esperanza de que se den pasos hacia delante ha comportado una penosa marcha atrás, cual es la dilución moral de EA y Alternatiba en Bildu, sometida su condena del terrorismo pretérito al pacto con la izquierda abertzale.
Editorial, EL CORREO, 9/8/11