Está demostrado que la educación bilingüe y plurilingüe, y los programas de inmersión, generan beneficios tanto a nivel personal como social; proporcionan un mayor desarrollo cognitivo y una mayor capacitación lingüística que a su vez favorecen la supervivencia de lenguas minorizadas y minoritarias.
La denominación ‘lengua materna’, tal como algunos especialistas como el profesor Dolz de la Universidad de Ginebra lo vienen diciendo, es una denominación sexista. En nuestra sociedad y en otras muchas no solo las madres sino también los padres y otros agentes se hacen cargo de la transmisión lingüística. Es también una denominación de marcado carácter biológico. Los niños, hasta el momento al menos, nacen de madres y es esa naturaleza biológica la que se le atribuye también a la lengua como si fuera una característica anatómica fruto o consecuencia de la intervención biológica de la madre.
Denominaciones como primera lengua, lengua familiar, primera lengua de socialización, etcétera, me parecen más ajustadas a la realidad que la de lengua materna. Asimismo, hay que tener en cuenta que tanto en nuestra sociedad como en otras bilingües/multilingües muchos individuos tienen al menos dos lenguas primeras.
Pero el objetivo de este artículo no es tanto discutir o proponer alternativas al término ‘lengua materna’ sino reflexionar en torno al concepto que subyace o al uso que se hace del término, fundamentalmente en el ámbito educativo y de la investigación.
En 1999 la Unesco proclamó el día 21 de febrero como día Internacional del Idioma Materno con el objeto de promover el reconocimiento y la práctica de las lenguas nativas, en especial las de las minorías y grupos indígenas. Previamente, en 1954, la Unesco proponía el uso de las lenguas vernáculas (así se llamaban entonces a las lenguas primeras) al menos en la educación infantil y primaria para combatir el fracaso escolar. En 1928 la Oficina Internacional de Educación de Ginebra organizó en Luxemburgo el Primer Congreso Internacional de Bilingüismo y fue allí en donde especialistas de distintas regiones europeas con lenguas diferentes a las oficiales plantearon la necesidad de que la escolarización se realizara en lengua materna. Aquel primer congreso de bilingüismo, sin embargo, criticaba el bilingüismo. Basándose en estudios que hoy no pueden considerarse científicos (porque entre otras cosas, se basaban en datos obtenidos de escolares galeses a través de pruebas verbales realizadas en inglés, lengua que apenas conocían), se afirmaba que el bilingüismo era pernicioso para la educación o formación académica. Desde los años sesenta del siglo pasado, estudios iniciados en Canadá y desarrollados posteriormente en todo el mundo, fundamentalmente en Occidente, han demostrado ampliamente que la educación bilingüe y plurilingüe, y en concreto, los programas de inmersión, lejos de ser perniciosos generan beneficios tanto a nivel personal como social; proporcionan un mayor desarrollo cognitivo y una mayor capacitación lingüística que a su vez favorecen la supervivencia de lenguas minorizadas y minoritarias y aportan condiciones indispensables para la integración social y cultural. Algunos de los programas bilingües/plurilingües más exitosos se han desarrollado a partir de lenguas minorizadas como catalán o euskera. Y una gran proporción de los escolares que han disfrutado de estos programas educativos no han sido escolarizados en su lengua materna.
¿Quiere esto dec ir que se puede escolarizar en cualquier lengua? ¿Que es indiferente cuál sea la lengua primera o familiar para planificar los sistemas educativos? Evidentemente no.
Sabemos que los escolares cuyas lenguas familiares son mayoritarias parten con ventaja porque gracias a la infinidad de usos y estímulos que aporta la sociedad en esas lenguas a través de los más diversos cauces (familiares, socio-culturales, informáticos, comerciales…) estos escolares desarrollan sus lenguas sin merma alguna y pueden aprovechar la escuela para aprender otra/s lengua/s y convertirse así en bilingües o plurilingües con todas sus ventajas. Por ejemplo, escolares bilingües vascos o catalanes, escolarizados en euskera o en catalán, y que apenas han recibido tres horas semanales de clase en español compiten con escolares monolingües españoles obteniendo resultados académicos similares o mejores. (Ver resultados de las pruebas PISA 2009 por ejemplo, en donde tanto en Cataluña como en Euskadi, los resultados son semejantes a la media de la OCDE y superiores a la media española). Los que parten de lenguas minorizadas, sin embargo, necesitan de la escuela y de otros medios para compensar el desequilibrio social y asegurar el desarrollo de esas lenguas; asimismo, la escuela es fundamental para evitar su desprestigio y propiciar la convivencia integrada de las sociedades multilingües y multiculturales. La asociación lengua familiar/ lengua escolar, por tanto, constituye un principio de gran valor pero fundamentalmente en el caso de las lenguas minorizadas y en peligro.
El carácter biologizante del término ‘lengua materna’, por otro lado, refuerza la idea de que es una emanación genética y puede justificar o hacer que prevalezcan los estudios basados en el individuo y en el componente bio/neurológico del lenguaje. Llama la atención que la sociedad vasca, laboratorio lingüístico de gran interés científico, haya invertido más en la creación de centros de investigación neurolingüística que en la investigación lingüística asociada a la educación y a los comportamientos sociales relacionados con el uso de las lenguas. Sin negar el interés de las investigaciones neurolingüísticas, consideramos sin embargo que estas apenas tienen trascendencia a la hora de asesorar la política lingüística en materia educativa, administrativa, etcétera, porque los comportamientos lingüísticos son fundamentalmente actividades sociales. La aproximación neurológica está de moda pero en ciencias del lenguaje es un reto científico mayor explicar los comportamientos lingüísticos abordando su naturaleza genuinamente social.
(Itziar Mendizabal es coordinadora de la cátedra Unesco de Patrimonio Lingüístico Mundial en la Universidad del País Vasco)
Itziar Mendizabal, EL DIARIO VASCO, 21/2/2011