Editorial, EL CORREO, 25/10/12
La difícil relación entre Barcelona y Madrid se ha enrarecido con el intercambio de reproches de Rajoy y Mas. Uno recriminó al presidente de la Generalitat haberle chantajeado con la exigencia de un nuevo sistema de financiación, y el otro ha respondido al jefe del Ejecutivo afeándole que se escude en las ofertas de diálogo para imponer finalmente su criterio. Y si se piensa que el conflicto suscitado por el arrebato soberanista tan solo tiene una solución cabal, que es la que provenga del diálogo, la negociación y el pacto, los dos principales actores del contencioso tienen la obligación de mantener expedito este cauce y de no dispersarse por arrabales demagógicos. El nacionalismo democrático catalán y el Estado español tienen el deber inexorable de entenderse para convivir, y quienes encabezan uno y otro han de dejar de amagar con terroríficas rupturas. Ni la crisis económica que nos acucia, ni el respeto debido a las atribuladas sociedades que la sufren, permiten hoy alejarse del diálogo indispensable, en un marco de racionalidad y de respeto. Por eso no se entiende que ahora Mas, que tanto tiempo lleva reclamando diálogo, diga que lo que pretende el Gobierno es hacerles tragar, imponer un «lo tomas o lo dejas». «Son excusas del mal pagador», llegó a apuntar.
Editorial, EL CORREO, 25/10/12