Editorial-El Correo

  • El ‘caso Errejón’ impacta de forma demoledora en la izquierda por haberse presentado como intérprete único del feminismo

La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, afirmó ayer que ella y Sumar han actuado «con contundencia y con prontitud» al conminar a Iñigo Errejón a dimitir de todos sus cargos por supuestos acosos sexuales a mujeres, al tiempo que son conscientes de que han «llegado tarde». Esa es una de las contradicciones que empantana a esa formación. Esa y la proclamación de que ahora es el momento de las víctimas argumentando que para acabar con la impunidad machista es necesario que denuncien las agresiones, cuando no puede eludir su responsabilidad de esclarecer hasta qué punto ha podido facilitar y proteger, junto a Más Madrid, el comportamiento de su hasta ahora diputado y portavoz en el Congreso al haber hecho oídos sordos a la queja que una presunta víctima formuló a través de las redes sociales el pasado año.

Díaz reveló ayer que Errejón le admitió «actitudes machistas y vejatorias» cuando le llamó el pasado miércoles para exigirle explicaciones. Pero lo hasta ahora conocido es mucho más que eso. Del mismo modo que su afirmación de que sabía que «asistía a terapia y que estaba mucho mejor» tiende a patologizar la conducta del dimitido, como si no fuera dueño de sus actos y maquinaciones, con lo que se aligeraría también la responsabilidad contraída por los círculos políticos a los que pertenecía. La vicepresidenta confirmó que supo de la denuncia de junio de 2023, por la que Más Madrid abrió y cerró un expediente, tras lo que Sumar no ahondó en la cuestión. Portavoces del partido madrileño reconocieron haber errado al dar por buenas sus aclaraciones «insuficientes y ambiguas» sobre esos hechos y negaron conocer más posibles agresiones sexuales de su dirigente.

«Lo personal es político», insistió Yolanda Díaz como frase de marca. Pero se quedó corta en su percepción. El ‘caso Errejón’ no solo impacta en las posiciones ideológicas y políticas que ha venido manteniendo la izquierda a la izquierda del PSOE. Lo hace de manera demoledora por haberse presentado como intérprete única del feminismo. Y porque el ya exdiputado de Sumar, al que ella ascendió a portavoz pese a la denuncia de 2023, convierte su notoriedad como adalid de esa izquierda en mecanismo para la posesión y el sometimiento de mujeres que entiende han de estar a su disposición. «Una nueva cultura feminista que no tolere la impunidad» exige que Sumar y el Gobierno dejen de exclusivizarla.