Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
Aunque en el pasado hemos visto situaciones similares no deja de ser sorprendente que, ahora y aquí con lo que ocurrido con el SMI, se aparte al ministerio de las negociaciones en torno a la jornada laboral. En efecto, los agentes sociales han decidido seguir adelante ellos solos con la discusión. Por encima de las declaraciones, da la impresión de que a la señora Díaz ‘le han apartado’ de la mesa y no ‘se ha retirado’ de ella. Los empresarios estaban profundamente disgustados con la actitud prepotente y completamente sesgada de la vicepresidenta. No actuaba de árbitro ni ejercía de facilitadora y prefería intervenir como abogada de parte.
Puede hacer lo quiera -de hecho lo hace con el permiso tácito y en ocasiones explícito del presidente, a quien le importa muy poco, o quizás mejor, le encanta disgustar a los empresarios- pero los sindicatos son suficientemente maduros y poderosos para defenderse así mismos en su relación con las organizaciones patronales. Más bien se diría que la vicepresidenta más audaz y progresista estorbaba en el acuerdo al adoptar posiciones extremas y hacer declaraciones agresivas e inconvenientes.
Como es seguro que su retirada no ha sido hecha de buen grado ni de manera voluntaria, considerando lo mucho que le gusta el protagonismo y acaparar la atención mediática sobre su persona, cabe preguntarse quién se la ha exigido, qué razones le han dado y qué papel se reserva para el caso de que no se alcance el acuerdo y, también, para el caso de que se logre el consenso al respecto de una medida que cae como la tormenta, sobre el suelo ya mojado por la lluvia anterior.
La patronal pretende alcanzar acuerdos sectoriales y los prefiere antes que un solo acuerdo general y global, igual para todo el mundo, como se ha hecho con el salario mínimo. No cabe duda de que son los sectores quienes mejor conocen la situación real de las empresas, sus necesidades, sus compromisos y su capacidad de asumir el reto que implica una reducción de jornada sin merma del salario. Pero eso le resta protagonismo al ministerio y le chafa la rueda de prensa estelar, rodeada de luces y micrófonos, que tanto le gusta protagonizar a la señora Díaz.
Pues aunque sea en la penumbra y sin audiencia general esperemos que este método ‘a dos’ sea más eficiente y consiga acercar las posturas de las partes, que hoy parecen distantes. Cuantas menos injerencias exteriores, tanto mejor.