Dice Suso de Toro que «los sionistas» le han convencido gracias a su «crueldad sin límites» de que los nazis «no eran tan malos después de todo». Esta frase es literal y en Alemania llevaría a Suso directo a prisión, si es que no estaba ya en ella por su biografía de Zapatero.
En España, sin embargo, la frase de Suso es progresismo. Si la repites lo suficiente, puede hasta caerte un ministerio. O incluso una vicepresidencia.
Recuerden además que cuando la izquierda dice «los sionistas» quiere decir en realidad «los judíos». Porque un sionista es sólo alguien que cree que los judíos tienen derecho a un Estado propio.
Yo creo por ejemplo que la patria de los judíos es Israel y la de los palestinos Jordania, un país con una superficie casi cinco veces mayor que la de Israel. Pero deduzco que Suso no está hablando de mí cuando habla de «los sionistas».
Al final los sionistas con su crueldad sin límites nos convencen de que, después de todo, los nazis no eran tan malos.
Tantas películas de Auschwitz y resulta que Gaza es peor.
Que empiecen Spielberg y Polansky a hacer la película.
La harán? Ah, no, que no conviene a israel…— Suso De Toro (@SusodeToro1) March 3, 2024
Dice también Suso, nacionalista y socialista, que Gaza «es peor que Auschwitz».
Esto se comenta solo y ni siquiera voy a rebatirlo con argumentos porque no quiero insultar la inteligencia del lector. Baste con decir que la ignorancia se cura leyendo, aunque ojalá fuera sólo ignorancia lo que hay que curar aquí.
Finalmente, el escritor gallego fantasea con castigar a Steven Spielberg y Roman Polanski obligándoles a rodar una película sobre Gaza. Es de suponer que con guion del propio Suso de Toro, para doble penitencia.
¿Y por qué Spielberg y Polanski y no Villeneuve o Nolan? Pues porque Spielberg y Polanski son judíos y han rodado películas sobre el Holocausto (La lista de Schindler y El pianista), algo que a Suso debe de parecerle hipócrita.
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Fíjense por cierto, y ahora ya no hablo de Suso de Toro, en que lo único que tienen en común el yihadismo palestino, los nazis y los comunistas es su odio a los judíos. Es un detalle revelador.
Si quieren ustedes detectar una ideología criminal, sólo tienen que preguntarse si esa ideología odia a los judíos. Si la respuesta es sí, ya saben ustedes a qué se enfrentan.
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Lo de que los judíos son peor que los nazis lo piensan, no nos vamos a engañar, miles de españoles. Algunos con columna en el ABC. Así que para muchos españoles, los judíos ocupan el primer puesto en la escala de la maldad. Los nazis, los exterminadores de los judíos, sólo el segundo. Esto es lo que piensan muchos españoles.
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Nada de lo que se dice hoy sobre los judíos es nuevo. Lo de su «crueldad ilimitada» ya lo decían, coma arriba, coma abajo, los agentes de la policía secreta zarista, la Ojrana, que redactaron Los protocolos de los Sabios de Sion para justificar el exterminio de los judíos. De Los protocolos se vendieron millones de copias en todo el mundo. El nicho de mercado estaba ahí y el antisemitismo sólo se aprovechó de él.
Los antisemitas de 2024 están a un solo paso de afirmar que los nazis hicieron lo correcto. Se empieza llamando «resistencia» o «levantamiento» a los terroristas islamistas que el 7 de octubre torturaron, violaron y masacraron a 1.200 judíos. Y luego se llega a conclusiones.
Y de las conclusiones se pasa a cantar «Palestina será libre desde el río al mar», que en español no rima como en inglés, pero que sigue siendo una llamada al genocidio de los judíos.
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En realidad, lo que caracterizó el Holocausto no fue sólo el genocidio en sí, sino también la complicidad de la población alemana con él. Es decir, la indiferencia, la aquiescencia e incluso el regocijo de los ciudadanos que no mataron a nadie, pero que consideraron que este sería un mundo mejor si todos los judíos desaparecieran de él.
Por eso los soldados del ejército americano que descubrieron los primeros campos de exterminio, y entre ellos el de Landsberg, en el que se basa el episodio 9 de la serie Band of Brothers, obligaron a los habitantes de los pueblos de los alrededores a enterrar los cadáveres. Para que ningún «hijo de puta» (palabras de Eisenhower) pudiera decir en el futuro que el Holocausto había sido un invento de «los judíos».
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Ahora ya no se dice que el Holocausto es un invento. Al menos, en voz alta. Se dice que los judíos son peores que los nazis.
Pero ahí va un reto para quienes piensen que la maldad de los judíos no tiene parangón.
Que intenten encontrar el equivalente en la sociedad israelí de esos civiles palestinos que el 7 de octubre se sumaron espontáneamente a los militantes de Hamás, que violaron a cientos de judías y que secuestraron a docenas de ellas para seguir violándolas en Gaza.
Que profanaron los cadáveres, amputaron sus pechos y decapitaron a sus maridos. Que secuestraron a sus bebés. Que informaron a los terroristas de dónde vivía cada una de sus víctimas porque estas les habían dado durante años trabajo en sus granjas.
Que busquen el equivalente judío de esos civiles palestinos que jaleaban a los terroristas que volvían de la matanza con las rehenes judías secuestradas. Que las magreaban y las golpeaban y que daban gracias a dios por la matanza.
O el equivalente de esos empleados de la UNRWA que mantenían a rehenes judíos secuestrados en sus casas mientras ellos vivían de las ayudas de los gobiernos occidentales.
O de esos periodistas palestinos que acompañaron a los terroristas el 7 de octubre y que colgaron los vídeos de la masacre en sus redes sociales al grito de «alabado sea dios».
O de esos civiles palestinos que callaban cuando Hamás construía túneles bajo sus casas, bajo sus escuelas y bajo sus hospitales.
O que responden «han sido los israelíes» cuando Hamás ametralla a la multitud para robar la ayuda humanitaria que llega a Gaza porque saben que la CNN y el New York Times y tantos otros medios occidentales comprarán sus mentiras sin hacer preguntas.
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Equiparar la guerra de Israel en Gaza con el pogromo del 7 de octubre, como si jugaran en ligas morales equivalentes, es una distorsión cognitiva.
Pero decir que los judíos son peores que los nazis evidencia un tumor en el alma.
Como dicen en la revista Tablet, cada vez hay más gente con nostalgia de Auschwitz.