FLORENCIO DOMÍNGUEZ, EL CORREO – 07/04/15
· El periodista Ramón Luis Acuña, corresponsal de la agencia Efe en París durante una década, escribió un libro sobre las relaciones hispanofrancesas titulado ‘Como los dientes de una sierra’ para reflejar las evoluciones que experimentaron las relaciones entre Madrid y París desde mediados de los setenta a mitad de los ochenta. Cuando parecía que se había producido un acercamiento entre los dos países se producía un desacuerdo en otro campo que enfriaba las relaciones diplomáticas. Los altibajos estaban a la orden del día, de forma que nunca se terminaba de saber si se estaba avanzando o retrocediendo.
La imagen de los dientes de sierra puede aplicarse también a las relaciones entre el PNV y la izquierda abertzale de los últimos años. Una tarde se están intercambiando toda clase de reproches y al día siguiente aparece uno u otro tendiendo la mano a quien había llenado de recriminaciones la víspera. Y a los pocos días el proceso se repite con todo el ritual de voces airadas, acusaciones y luego gestos de distensión.
La semana pasada hemos visto el ciclo completo de estas complicadas relaciones entre el PNV y la izquierda abertzale. El lunes, el lehendakari Iñigo Urkullu volvía a pedir a Sortu y a sus socios una autocrítica por su responsabilidad en el terrorismo pasado. La respuesta de Sortu fue inmediata: al día siguiente Pernando Barrena advertía que jamás abjurarán de su historia. El viernes, Julen Arzuaga exigía que fuera el PNV el que hiciera autocrítica y el sábado Joseba Egibar acusaba a la izquierda abertzale de estar «atenazada» por ETA e insinuaba que lo que hacía era justificar el terrorismo. Después de una semana tan agitada, llega el domingo y el presidente del PNV baja el tono, tiende la mano a la izquierda abertzale y vuelve a empezar otro ciclo de acercamientos y desencuentros.
Hay que mencionar que la intervención de Andoni Ortuzar tuvo lugar en el acto del Aberri Eguna y que en fechas como esa es un rito obligado añorar la unidad de los nacionalistas vascos frente al enemigo español. El deseo de unidad tiene una carga simbólica muy alta en las filas del nacionalismo a pesar de que la realidad cotidiana evidencia que son ya décadas de enfrentamiento las que arrastran las dos grandes ramas en que se articula políticamente este movimiento, el PNV y la izquierda abertzale. Se percibe como un valor superior que todos los miembros de esta ideología deben compartir, por lo que hay que lanzar proclamas unitarias en esta fecha, aunque el resto del año lo que se haga es alimentar el conflicto y la brecha existente entre las familias abertzales.
Pasado el Aberri Eguna, una vez puesto en evidencia quién tiene más voluntad de unidad patriótica, se vuelve a la normalidad del conflicto cotidiano, mucho más intenso, además, en vísperas de unas elecciones en las que se juega el poder que cada uno va a tener en las instituciones.
FLORENCIO DOMÍNGUEZ, EL CORREO – 07/04/15