EL CORREO 31/08/13
AUGUSTO BORDERAS, EXSENADOR POR ÁLAVA. PATRONO DE LA FUNDACIÓN FERNANDO BUESA
Mario Onaindia se jugó la vida cuando fue a convencer a los poli-milies para que dejaran la violencia
Sí, diez años del fallecimiento de Mario Onaindia. Ni quiero ni puedo olvidar la memoria del político, del intelectual, del hombre quizá más atractivo de la política vasca del siglo XX. Mario organizador y fundador, con otros, del partido Euskadiko Ezkerra, pasó de héroe a heterodoxo y por fin a traidor, según la acertada nomenclatura del libro de Gaizka Fernández Soldevilla ‘Héroes, heterodoxos y traidores’ (Tecnos. Madrid 2013). Con una persona tan segura de sus convicciones, ¡qué necesaria es su presencia en un momento de confusión intencionada como el actual! Cuando algún cínico mequetrefe afirma «que la paz no llegará con el desarme de ETA, sino con la negociación». Y me figuro que con el 9 largo encima de la mesa.
Mario se jugó la vida cuando fue a convencer a los poli-milis del otro lado de la frontera para que dejaran la violencia. Y la fotografía es el testimonio final de aquellos que a cara descubierta firmaron un fin definitivo de las armas. Mario nos advertiría hoy de que la inercia nacionalista les impide ver la realidad vasca. 471.000 personas cobramos pensiones, es decir el 22.5% de la población autonómica. Somos un país envejecido, con la natalidad más baja de Europa. El 31 de agosto de este año 2013 solo había 1,66 afiliados a la Seguridad Social por cada pensión contributiva abonada. ¡Ah, pero con la pensión media más alta de España! Todo esto en espera del derecho a decidir. A decidir que sí, que nos separamos. Claro, que sin pensiones, ni asistencia sanitaria, ni protección social. Porque no podemos pagarlas. Un ejemplo es, en estos días, el fin del equipo ciclista Euskaltel, subvencionado por una compañía telefónica ‘nuestra’. No da para más una red tan limitada. Así queda el ciclismo profesional vasco, con la nostalgia de que hace 50 años todas las bicicletas de España se hacían entre Vitoria y Eibar.
Siguen siendo frecuentes los artículos o los escritos sobre la figura de Mario, pero debo citar expresamente el libro de Fernando Molina ‘Mario Onaindia. Biografía patria’ (Ed. Siglo XXI. Madrid 2012). En el libro de este joven profesor de Historia de la UPV viene una fotografía significativa: Mario asiste, con otros senadores vascos, entre los que me encuentro, al funeral del general del Ejército del Aire don Dionisio Herrero, asesinado por ETA el 19 de octubre de 1993. Delante de Mario, en la fotografía, está el general Francisco Veguillas, director general de Política de Defensa del Ministerio, ¡que también fue asesinado por ETA, el 29 de julio 1994! Esta era nuestra situación en aquellos años en España y en el País Vasco, «donde se vive como en Suiza y se mata como en Ruanda». La fotografía apareció publicada el 20 de octubre de 1993. Han pasado veinte de aquello y diez de la muerte de Mario. Como dice Fernando Molina en su libro, «su propia biografía, que se había iniciado con una identidad vasca de signo cultural, adoptada en su niñez, había terminado por asociarse a otra española de signo político, que había tomado en la madurez».
En otras palabras, no aceptar la vigencia de unos presupuestos previos a una integración democrática, plural y actualizada en un texto moderno y progresista, es decir la Constitución, que integra al País Vasco en convivencia como parte indudable de una pluralidad, de un colectivo. Este fue el anhelo vehemente de Mario Onaindia al final de su vida, final del que nos separan diez años. Sin duda, la crisis económica añade hoy mayor incertidumbre a una solución de futuro. Pero los que le conocimos seguiremos los consejos de ‘el aventurero cuerdo’.