Francesc de Carreras-El País
Podemos no parece el mejor compañero para el PSOE y los Ejecutivos en solitario y con geometría variable son débiles, incapaces de hacer reformas
Las elecciones generales las gana el partido que obtiene más votos y escaños pero lo importante es que este resultado sea suficiente para que su candidato sea elegido presidente por el Congreso y pueda formar un Gobierno con una mayoría parlamentaria que permita desarrollar el programa político que se expone en la sesión de investidura. Por tanto, a excepción de que haya ganado por mayoría absoluta, debe buscar acuerdos con otras fuerzas políticas afines para establecer un pacto que dure cuatro años.
Las elecciones las ganó sin duda el PSOE, pero no está nada claro con quién puede pactar ese programa que permita un Gobierno estable y coherente, que es lo que necesita el país después de los Gobiernos débiles (los de Mariano Rajoy) o con apoyos incongruentes (el de Pedro Sánchez) que, desde 2016, no han podido llevar a cabo las necesarias reformas.
Las dificultades para formar un Gobierno con estas características de estabilidad y coherencia provienen sobre todo, tras ver los resultados, de la nueva posición de Ciudadanos: de partido centrista, capaz de llegar a acuerdos a derecha e izquierda, siempre que no estén situadas en los extremos, ha pasado a integrarse explícitamente en el bloque de la derecha: es una de las famosas tres derechas.
A mi parecer, el efecto beneficioso de Ciudadanos en el nuevo mapa político español debía ser que las formaciones políticas no se dividieran en los tradicionales bloques de derecha e izquierda sino en constitucionalistas (PSOE, PP y Ciudadanos) y populistas (Podemos, Vox y los nacionalistas, especialmente los independentistas catalanes). La decisión de Albert Rivera de pretender liderar el bloque de la derecha ha provocado el retorno a la tradicional división entre derecha e izquierda y ha impedido que Ciudadanos sea la bisagra que, según el resultado, engarce a unos u otros, sin que para ello se necesiten ni los extremos ni los nacionalistas. La arriesgada estrategia del partido de Rivera es que, a semejanza de lo que le sucedió a Podemos respecto al PSOE, no llegue a tener la fuerza suficiente para adelantar al PP: los viejos partidos resisten más de lo que parece. Pero la decisión de no apoyar al PSOE está tomada y parece irreversible.
Con lo cual, los socialistas no tienen otra opción viable que echarse en manos de Unidas Podemos, en estos momentos una incógnita. ¿Qué es hoy Podemos? ¿Todavía el partido populista de sus comienzos? ¿Propugna un socialismo a la izquierda del PSOE? ¿Es partidario del “derecho a decidir” y de la España “plurinacional”? ¿Es contrario a la unidad política de Europa? Hay que ir aclarando todo eso. Pero no parece el mejor compañero de Gobierno para el PSOE. Los gobiernos en solitario y con geometría variable son débiles, incapaces de hacer reformas y duran poco.