Los más de 15 días transcurridos desde el tumultuoso Comité Federal –«No lo olvidaré mientras viva», dicen aún espantados los asistentes– han ido diluyendo los ecos más dramáticos, pero no la agitación interna del PSOE, que se prepara para otra nueva sesión del mismo órgano el domingo 23. La convocatoria tiene como finalidad tomar una decisión sobre la segunda investidura de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno, que sólo será posible si los diputados socialistas –todo el grupo parlamentario o una parte– pasan del «no» de finales de agosto a la abstención.
Los dirigentes que ahora mandan en el PSOE, Javier Fernández como presidente de la Gestora, y Susana Díaz como líder auténtica, han podido comprobar en estas dos semanas que la militancia socialista no está por la abstención. Todo lo contrario. Las bases siguen defendiendo el «no», y así lo han podido constatar los dirigentes territoriales en las asambleas. Desde que las pasiones se desataron en el Comité Federal, algunos socialistas han intentado encauzar el debate público sobre la abstención como un dilema entre la ética de la responsabilidad y la ética de la convicción. Sin embargo, la militancia está lejos de Max Weber y cerca de quienes consideran un «suicidio» permitir la investidura del líder del PP.
Este periódico ha consultado con distintos dirigentes socialistas y éste es el resumen del pálpito de las bases. «Es muy evidente la ruptura clara entre las élites del partido, los que ahora mandan, y los militantes. Un divorcio doloroso entre la dirección y las bases. En las asambleas los más locuaces, excitados y movilizados son los del no es no. Aquí no hay un debate entre dos posiciones racionales, sino entre la racionalidad y la visceralidad. La idea que transmiten tiene que ver con las emociones. Dicen aquello de preferimos morir de pie que vivir de rodillas. Les da igual quedarse con 40 diputados en unas terceras elecciones. Están movidos por el odio africano a la derecha que ha inoculado Pedro Sánchez en las bases. Él fomentó el enfrentamiento dejando un ambiente infernal. El mensaje de que quitamos a Pedro para hacer presidente a Rajoy entra como un cañón. Para dificultar aún más las cosas, se nos ha puesto encima de la mesa la corrupción del PP en el juicio de la Gürtel».
Muy difícil debe de ser, en efecto, ya que se cuentan con los dedos de una mano los socialistas que se han pronunciado públicamente por la abstención: Guillermo Fernández-Vara, Elena Valenciano, Ramón Jáuregui, José María Barreda y el presidente de la Gestora que lo ha hecho de forma matizada. Ninguno de los barones regionales que comparten esta tesis, ni por supuesto Susana Díaz, han querido aclarar públicamente si son partidarios. Aunque a ella la abstención se le supone.
Los interlocutores de EL MUNDO explican así las razones de este silencio. «Los que han ganado la partida defenestrando al secretario general no constituyen un grupo compacto, por lo que hay conflictos entre ellos. Nadie de los que todos sabemos que están por la abstención lo ha defendido públicamente ni ante el partido. Están encogidos, no se atreven porque no quieren enfrentarse a los militantes. Seguramente querrán que Javier (Fernández ) se coma el marrón».
El marrón que seguro tendrá que comerse Fernández es el de formular una propuesta al Comité Federal para lograr una mayoría de este órgano en favor de abstenerse. Aunque la cuestión más problemática a la que se enfrenta la nueva dirección socialista es la anunciada indisciplina de algunos diputados: los del PSC, los elegidos por Baleares y un puñado de fieles de Sánchez.
En los últimos días, según ha confirmado este diario, dirigentes socialistas han hecho llegar a la nueva dirección una fórmula imaginativa que permitiría conciliar el ‘no’ de las bases a Rajoy con el desbloqueo del Gobierno y, además, serviría para diluir la ruptura de la disciplina de voto, en el caso de que el Comité Federal opte por la abstención. La aritmética parlamentaria permite que Rajoy sea elegido presidente con la abstención o la ausencia del pleno de 11 diputados socialistas. Por cuestión de principios, tanto Javier Fernández como Susana Díaz son contrarios a esta fórmula, aunque algunas fuentes consultadas admiten que han comenzado a valorarla. No es la primera vez que esta hipótesis se pone sobre la mesa después de las elecciones del 26-J.
La dirección socialista y los veteranos del partido creen que esta opción es «una chapuza». «Un partido no es un club de amiguetes, es una organización política en la que la mayoría toma decisiones y los cargos públicos las ejecutan. Que 11 diputados abandonen el pleno sería vergonzante y va contra la cultura del partido», señalan estas fuentes. Sin embargo, otras voces aseguran que esta solución sería un «mal menor» para evitar la ruptura del PSOE y dejar claro que los socialistas intentarán derruir la obra política del Gobierno de Rajoy.
El nuevo PSOE que ahora dirigen los barones bajo la batuta de los presidentes de Asturias, Javier Fernández, y de Andalucía, Susana Díaz, se está alejando a marchas forzadas de Podemos, incluso enfrentándose a este partido. Al mismo tiempo, se acerca al PP para facilitar la investidura de Mariano Rajoy la próxima semana.
Fernández y Díaz son, junto al extremeño Guillermo Fernández Vara, los secretarios generales más lejanos hoy de Podemos. El primero, presidente de la Comisión Gestora del PSOE, ha sido durísimo con la formación morada y con Pablo Iglesias, mucho más que con el PP en la semana del juicio del caso Gürtel, una vista que «no ha aportado nada nuevo», llegó a decir, restando importancia a las noticias sobre la corrupción popular.
El resto de los barones gobiernan gracias al partido morado. Pero casi todos, como han explicitado Emiliano García-Page (Castilla-La Mancha) y Javier Lambán (Aragón), destacan una clara diferencia entre las direcciones regionales de Podemos y el partido a nivel estatal. Los nuevos dirigentes del PSOE consideran que Podemos no garantiza la unidad de España, al estar muy cerca de los independentistas en Cataluña o el País Vasco y por su defensa del llamado derecho a decidir. Además, alegan que el objetivo de Podemos es destruir al PSOE, con lo que prefieren distanciarse lo más posible del partido de Iglesias.
Una de las acusaciones más comunes de los barones hacia Pedro Sánchez es que ha «podemizado» al PSOE; y que ha confundido al electorado al defender un pacto con Podemos, situándolo de igual a igual.
Desde que Javier Fernández está al frente del PSOE, el tono de las declaraciones públicas de los socialistas contra Podemos se ha endurecido y la tensión con los de Iglesias se ha retrotraído a los tiempos en los que ni siquiera mantenían contactos. Este grave deterioro no sólo se explica por el rechazo de Iglesias a la investidura de Sánchez o la presión asfixiante a la que ha sometido al PSOE. Para Fernández, la mala relación con Podemos es prácticamente un estado natural con el que convive desde hace dos años. La turbulenta relación entre los dos partidos en Asturias explica algunas de las claves del alejamiento actual.
El origen de los encontronazos habría que situarlo antes de las elecciones autonómicas de 2015, pues ya Podemos Asturias venía arremetiendo con fuerza contra el PSOE acusándole de casos de corrupción y «redes clientelares como las andaluzas». Por ello, no fue una sorpresa que las posiciones enfrentadas se encendieran luego en las instituciones, tanto en la Junta General del Principado como en los ayuntamientos de Oviedo y Gijón, donde el entendimiento fue imposible. Eso provocó que Podemos presentara por primera vez en una comunidad a su propio candidato a la investidura, Emilio León.
«A partir de ahí, la prioridad de Fernández fue desplazar a Podemos», sostiene León en declaraciones a este diario. «Por eso fue el primero en correr de la mano de Susana Díaz para que no hubiera un acuerdo entre Sánchez e Iglesias», dice, achacándole una gran parte de la responsabilidad de los desacuerdos en Madrid.
«Lo que vivió Iglesias con Sánchez fue el efecto diferido de lo que pasó en Asturias. Ni sentarse a negociar ni llegar a ningún acuerdo», reprocha el portavoz parlamentario de Podemos, que argumenta que en su caso el PSOE sólo quería su adhesión a «una hoja en blanco», pero que se estrelló contra un Podemos «firme». Eso impidió al PSOE aprobar los Presupuestos y tuvo que prorrogar los del PP.
Podemos acusa a Fernández de actuar como «el mayordomo de Susana Díaz». «Ha hecho un butrón en Ferraz para que llegue a ser secretaria general», apuntan. La desconfianza ha pasado a una animadversión de Fernández contra ellos y al revés, según fuentes de ambos partidos. Podemos lo achaca a que el presidente de Asturias no les «entiende generacionalmente».
El PSOE asturiano, sin embargo, asegura que Podemos rechazó cualquier entendimiento con los socialistas en el Principado desde el principio, al igual que en España; porque su objetivo no era conseguir un Gobierno progresista, sino superar a los socialistas en esa región.