Tonia Etxarri, EL CORREO, 15/8/12
Ni agua. El PNV no mostró entusiasmo alguno. Y los socialistas vascos despreciaron la oferta del popular Antonio Basagoiti de alcanzar, entre los tres, un acuerdo político para «blindar los pilares democráticos» porque ven en ella un interés electoral. Una lástima. Porque si la contienda política mantiene enfrentados a socialistas y populares, en Euskadi la liga se juega, además, en clave democrática.
La presión que están ejerciendo todas las sucursales del mundo de ETA utilizando la enfermedad del preso Josu Uribetxebarria, carcelero de Ortega Lara, para exigir una excarcelación que le corresponderá por ley, nos recuerda que el entorno de la banda necesita mantener la tensión a través de la publicidad. Y al pretender presentar una aplicación de la ley como una conquista arrancada al Gobierno de turno, quiere amortizar el desgaste que está sufriendo entre un sector de ciudadanos que en su día le premiaron en las consultas electorales, desde luego, pero que ahora quieren disfrutar de la fiesta en paz. Pero mientras ETA siga proyectando su sombra en la política al no disolverse, sus herederos en la izquierda abertzale seguirán instalados en el recurso del viejo fantasma del conflicto, adornado, eso sí, de expresiones vinculadas a los «nuevos tiempos».
Nada más lejos de la realidad cuando vemos que ni los socios de Bildu, en la calle, ni los presos con sus huelgas anunciadas en el minuto de publicidad se movilizan para exigirle a ETA que se disuelva. O para reconocer tanto daño causado. ¿Quiénes están colgados del pasado?, se preguntan las víctimas del terrorismo, que guardan en su memoria el recuerdo de la burla del expreso De Juana Chaos al Estado de Derecho cuando Rubalcaba era ministro del Interior. Son imágenes del pasado que no se superan en el presente porque la izquierda abertzale sigue agarrotada en su dependencia de la historia de la banda. Por eso, si Basagoiti propuso ayer un pacto al PNV y al PSE fue porque necesita obtener garantías de que estos dos partidos, después de las elecciones vascas, no pactarán con la izquierda abertzale. Pero nadie se atreve a poner la mano en el fuego por esa apuesta.
Más allá de la política penitenciaria, el debate en el País Vasco tiene que revalidar constantemente su fortaleza democrática. Mientras el PP y el PSE se nieguen a participar en el tradicional almuerzo festivo con el alcalde de San Sebastián, como ocurrió ayer en el marco de la Semana Grande donostiarra, las señales no emiten, precisamente, mensajes de normalidad. Urkullu, por contra, no solo participó en el ágape sino que se permitió felicitar al alcalde por el transcurso de las fiestas. Para mayor indignación del edil socialista de la ciudad, Ernesto Gasco, que señaló al alcalde Izagirre como un representante que, en lugar de posicionarse con las víctimas, lo hace con los verdugos. Una circunstancia común, por cierto, a los representantes de Bildu y Amaiur que no siempre se mantiene en la memoria colectiva de los portavoces de los partidos democráticos. O al menos no se dice. Tal como ocurría ayer.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 15/8/12