Santiago González, EL MUNDO, 1/6/12
Si alguna vez hubiera que llevar al cine la vida del presidente del CGPJ y el Tribunal Supremo, el actor adecuado para encarnarlo sería Derek Jacobi. Hay en él un cierto aire a Claudio, como de personaje descubierto detrás de la cortina cuando Zapatero y Rajoy buscaban un sustituto para el prorrogado Francisco José Hernando un año después de cumplido su mandato en el Supremo.
Es Carlos Dívar hombre de acendrada religiosidad amén de muy discreto, como lo prueba el hecho de que, desde su nombramiento como presidente del Consejo en 2008, fue la de ayer su primera rueda de prensa. Fue para explicar sus viajes a Marbella, que en número aproximado a la veintena ha realizado durante su mandato. A razón de uno cada dos meses, según explicó él mismo a los periodistas.
El vocal del Consejo General del Poder Judicial por la cuota socialista, José Manuel Gómez Benítez, había presentado una denuncia contra su presidente y presidente del Supremo –no perdamos de vista este dato– por haber gastado 13.000 euros en viajes a Marbella.
Poco habría que oponer al denunciante si no fuera porque Gómez Benítez es amigo y abogado del ex magistrado Baltasar Garzón, condenado por el Tribunal Supremo por haber ordenado escuchas ilegales a los procesados de Gürtel con sus defensas. Lejos de mí la voluntad de presumir las intenciones del vocal Gómez. Su denuncia a Dívar no se deriva obligatoriamente de la condena de Garzón, pero sí resulta curioso el celo con el que acu- sa a su presidente de haber unido lo útil con lo agradable y haber pasado al Consejo gastos de la parte privada de sus viajes. En el proceso que no llegó a la fase oral por haber prescrito, Gómez Benítez presentó al TS un escrito fechado el 18 de julio (con perdón) de 2008, en el que niega que su representado cobrara «absolutamente nada por los Diálogos trasatlánticos, ni por ningún otro concepto de Banco Santander, ni directa ni indirectamente, ni en efectivo ni en especie». Era la verdad del fraile. El banco y los otros patrocinadores pagaron a la NYU y a Universidad le pagó a él, que siguió percibiendo su sueldo de magistrado de la AN. También pagaron sus viajes, los de su familia y la matrícula de su hija en la ONU. Así lo acreditó el Supremo y Nueva York está más lejos que Marbella.
¿Y a qué va a Marbella, vale decir a Sanlúcar, el presidente del Consejo? Pues a por atún y a ver al duque. Él es de Málaga y allí tiene su única familia. Acudía cada vez que era invitado a algo en relación con su cargo, pero, según dijo, no se alojó en hoteles de lujo, sino de cuatro estrellas y, según dijo, pagó religiosamente de su bolsillo los gastos de la parte privada de su viaje.
No se ha planteado dimitir, porque no ha incurrido «en ninguna irregularidad ni jurídica, ni moral, ni política». Sonó convincente en su exposición previa y en las cuestiones planteadas por los periodistas. Especialmente concluyente se mostró al responder a la última pregunta de María Peral sobre la persona que había sido su invitada a comer y cenar en varias ocasiones, unas 40: «Es de carácter público y oficial y no responde a relaciones personales. Y esto con carácter rotundo».
Muchas cenas parecen, pero la explicación pareció solvente. Gómez Benítez va a necesitar más pruebas.
Santiago González, EL MUNDO, 1/6/12