Lourdes Pérez, DIARIO VASCO, 21/11/11
Nunca un presidente del Gobierno dispuso del poder casi omnímodo que tiene ante sí Mariano Rajoy y nunca se vio obligado a embridar la euforia como debió hacerlo anoche el líder del PP. Sus primeras palabras, con los 186 escaños en el bolsillo que superan la mayoría absoluta de Aznar, dieron la medida exacta de la «hora decisiva» en que se encuentra un país que ha acudido a las urnas angustiado por el paro, la falta de expectativas positivas, el decaimiento cotidiano. Además de una crisis económica asfixiante, Rajoy va a tener que gestionar un estado de ánimo colectivo anclado en la desesperanza. Las menguantes energías ciudadanas le han alcanzado para llegar a La Moncloa tras dos tentativas frustradas y con tal cosecha de votos que, sumada a la hecatombe del PSOE, augura un duradero cambio de ciclo a favor de los populares. Pero el poder obtenido es tan incontestable, y la derrota de sus principales oponentes tan oceánica, que a partir de hoy nadie va a mirar a otro que no sea el presidente del PP para cargar sobre sus espaldas toda la responsabilidad de lo que ocurra con un país al borde de una nueva recesión.
Es posible que a Rajoy le asalte pronto la mala conciencia de haber contribuido, con su implacable oposición a la inoperante política económica de Zapatero, a la falta de credibilidad que arrastra España. Podría darse la paradoja, a tenor de su discurso de mano tendida de anoche, que el nuevo presidente del Gobierno busque al PSOE enviado ayer al infierno para amparar algunas de las medidas que tenga que adoptar; sobre todo si son dolorosas y arriesgan la paz social. La derrota ha sido tan traumática que hay tentaciones de revancha en los socialistas, empujados a una profunda reconversión interna y con dos de los posibles ‘delfines’ -Carme Chacón y Patxi López- tocados también por la debacle.
La apabullante mayoría de Rajoy ha trocado en Euskadi en otra no menor: la que conforman la persistente ola de Amaiur y el sólido aguante del PNV frente a un PSE desdibujado y un PP vasco contra el que sí parece haber operado el ‘miedo a la derecha’. Como ya ocurrió en las municipales, la preeminencia de los nacionalistas vuelve a desmentir que la izquierda abertzale y los peneuvistas sean opciones excluyentes: pueden, de hecho, ganar unos y otros. Para el PNV, vencedor en votos pero perdedor en lo que más se aprecia -los escaños-, no es un consuelo. Pero si a alguien interpela el escrutinio de anoche es al ‘Gobierno del cambio’ y su fortaleza para agotar la legislatura.
Lourdes Pérez, DIARIO VASCO, 21/11/11