EL MUNDO 30/11/16
F. JIMÉNEZ LOSANTOS
INDIGNADÍSIMOS están El País, salvado por Soraya, y el buscaesclavos Jordi Évole, empeñado en encontrarlos en Zara y Mercadona y no en Cuba, por el fracaso de taquilla de la última película de Fernando Trueba, que no puede deberse, eso jamás, a falta de calidad o a la libertad de los españoles para ir al cine, sino al «boicot» y «la polémica montada por grupúsculos ultras». Por desgracia, El País no dice qué cines han sido cercados al modo de las sedes del PP el 13-M, ni qué grupúsculos son esos que, inspirados por los escraches podemitas y los piquetes sindicales, impidieron a las masas ávidas del genio de Trueba el acceso a los muchos cines que la estrenaban. Ni una foto, ni una prueba del boicot. De no conocer el delicado equilibrio valorativo de ese diario («Muere Pinochet sin responder de sus crímenes ante la justicia», «Muere Fidel Castro, símbolo del sueño revolucionario») pensaríamos que el boicot es tan veraz como John Carlin, que dice que Castro era tan dictador como Reagan. Ayer mismo, no dejaron pasar hacia Cuba por su espacio aéreo a Otegi, condenado por terrorismo. ¡Fachas!