Teodoro León Gross-ABC
- El mensaje no era «somos más», sino «podemos comprar más votos»
Hoy se cumplen dos años de las elecciones del 23J de 2023, aquel día que terminó con la euforia desatada en Ferraz, donde coreaban ¡No pasarán! como ‘pasionarias’ febriles con Sánchez proclamando «somos más». Se tocaba el pecho como una estrella y aplaudía al público congregado allí, con Santos Cerdán a su lado haciendo lo mismo y también Begoña Gómez, aún no investigados, y Marisú Montero, que saltaba como una grupi empastillada en la primera fila de un concierto cuando se entonaba «¡presidente, presidente!». El clima era de triunfo, aunque acababan de perder las elecciones. Vociferaban sus más de siete millones de votos ignorando los más de ocho millones del PP, ganador en las urnas, al que nunca felicitaría. «Somos más», era la consigna. ¿Cómo podía exhibir Sánchez esa seguridad con un partido como Junts, derechas y muy hostil? Sin duda ya tenían sondeado el precio de sus escaños en el mercadeo parlamentario. El mensaje no era «somos más», sino «podemos comprar más votos». Conocían el precio e iban a pagarlo.
Dos años después, la perspectiva es muy reveladora. En efecto tuvieron que pasar por caja para comprar los siete votos de Junts al precio de una ‘autoamnistía’, como ha descrito con descarnada precisión el abogado de la Comisión Europea, contra el interés general. Zapatero o Cerdán, después señalado como cabecilla de una organización criminal, se encargaban de pasar por caja –en Suiza, qué ironía– y escenificar la pleitesía al prófugo rindiéndole el Estado de Derecho. Desde entonces han sido incapaces no ya de aprobar unos presupuestos sino de llevarlos siquiera al Congreso. No han celebrado un Debate sobre el Estado de la Nación, mientras la legislatura huele a podrido. Su máxima aportación al parlamentarismo es reducir la denominación constitucional de Congreso de los Diputados a Congreso sin más. Homérico. Como los modelos populistas más degradados, se defienden atacando a jueces y periodistas, y también a los gramáticos.Esta es la legislatura de la corrupción, desde la mentira inaugural. Más allá de la treintena de investigados incluyendo sus dos ‘mano derecha’ en la Secretaría de Organización del partido, su fiscal general ya zarandeado en el Tribunal Supremo por abuso de poder, su mujer y su hermano al borde del banquillo por actuar con descaro… se trata de corrupción en el ejercicio del poder por el poder. No son más para negociar nada sustancial, si no es una cesión al soberanismo catalán o vasco. Han vuelto a fracasar con la jornada laboral, la reforma judicial y ayer mismo con el decreto eléctrico. Sus socios seguirán sosteniendo a Sánchez como al boxeador acabado que aún puede dar algún rédito. A saber si alcanza para algunos meses, tal vez un año largo, creyéndose que los manifiestos de sus viejos cortesanos trasnochados –llamarlos «intelectuales» ofende a la inteligencia– demuestran que sí «somos más». Pero nunca fueron más; sólo estaban dispuestos a pagar más.