Juan Carlos Viloria-El Correo
- El cuerpo a cuerpo de Oscar López contra Ayuso, de momento, no funciona en las encuestas
El pasado Dos de mayo, el día de la fiesta de la Comunidad de Madrid, se escenificó una ruptura institucional, concluyente, entre del gobierno autonómico de Diaz Ayuso con el de Pedro Sánchez. La brecha abierta entre ambos ejecutivos y la animadversión manifiesta entre la presidenta y el inquilino de la Moncloa desembocaron en una batalla de vetos cruzados. Desde la retirada de la tradicional parada militar de la fiesta madrileña por parte del Ministerio de Defensa, hasta la cancelación de todas las invitaciones a los miembros del Gobierno central en los actos de la Puerta del sol. El pasado 21 de octubre, la presidenta Ayuso, ya rechazó asistir a la convocatoria de Sánchez en Moncloa para hablar de la financiación autonómica y rescisión de las deudas regionales, incluida la de Cataluña.
El día de la Constitución, la presidenta, también había retirado del programa de actos el discurso del delegado del Gobierno en Madrid. Estos gesto de hostilidad, no hacían más que reflejar la irritación de la institución madrileña con los sucesivos desaires y críticas de Moncloa hacia Ayuso y su equipo. Sin contar con la hiperinflación del caso del novio con sucesivas acusaciones de corrupción, directamente por parte de Sánchez y la exigencia a Feijóo de cese (inviable) de la presidenta madrileña.
Viendo este Dos de Mayo a Isabel Diaz Ayuso vestida con los colores de la bandera española y el albero, pisando fuerte en las alfombras de la Puerta del Sol y, a Oscar López, arropado con sus fieles en el parque del Oeste me acordaba, salvando las distancias, del soberbio ensayo de Daniel Aquillué: «Guerra y cuchillo» sobre la guerra de la Independencia. Una guerra que si bien fue internacional, por la pugna de potencias (España, Francia, Inglaterra, Portugal), también tuvo un competente de confrontación civil entre españoles ilustrados, fernandinos, afrancesados, josefinos y demás.
En la escenificación preparada por Ayuso y su equipo; y los discursos con toque épico y resistente de los madrileños frente al poder central («A nosotros nadie nos encierra, nadie nos apaga» o «El Ejercito volverá a Madrid») no era difícil apreciar un metalenguaje simbólico. El pueblo frente al poder (los madrileños frente a Godoy). Y, en la otra esquina de Madrid, el candidato socialista, en el presunto papel de ilustrado, reprochando a los ayusistas su «pequeñez y sectarismo».
La víspera, López, ya había calentado el ambiente amonestando a «fachas y ultras» frente a los derechos de los trabajadores. Guerra y cuchillo. Pero el intento de recuperar poder en Madrid y las autonomías, ahora controladas por el PP, buscando el cuerpo a cuerpo con los presidentes populares, está lejos de funcionar según dicen las encuestas.