EL PAÍS 16/05/13
EDITORIAL
El líder del PP del País Vasco, Antonio Basagoiti, ha formalizado su despedida de la política activa. Le sustituye Arantza Quiroga, expresidenta del Parlamento de Vitoria. El día 4 se despidió también, votando su disolución, el colectivo Gesto por la Paz. Ambas decisiones tienen en común no haber sido resultado de petición o presión alguna, sino de la libre voluntad de quienes la han adoptado. Aunque muchos políticos y miembros de colectivos cívicos declaran frecuentemente que no piensan profesionalizarse en esa tarea, son pocos los que, llegado el momento, no encuentran pretextos para seguir. Solo por eso merecen resaltarse estas renuncias a sentirse imprescindibles.
Hay en la trayectoria política de Basagoiti, iniciada hace 18 años como concejal de Bilbao, un gesto que le define. Apenas cerradas las urnas de las autonómicas de 2009 dijo públicamente al candidato socialista, Patxi López, que su voto para la investidura ya lo tenía y sin contrapartidas, pero que consideraba mejor un acuerdo que recogiera las prioridades del nuevo Ejecutivo. Así se hizo, y fruto del pacto fue un Gobierno que contó con mayoría garantizada durante algo más de tres años, y cuyo principal logro fue una política de deslegitimación de ETA y su entorno, decisiva para crear un clima social que favoreció el cese de la violencia. El carácter escasamente sectario de Basagoiti y su inclinación al pacto provocaron sordos reproches de sectores de su partido que confundieron lealtad ideológica con inflexibilidad política. Las urnas no le fueron favorables en las autonómicas, pero deja un partido que ha salido del aislamiento en que le quiso confinar el nacionalismo radical y hoy es considerado imprescindible para cualquier iniciativa hacia la pacificación definitiva.
Gesto por la Paz fue recibido desde el campo de la resistencia a ETA con condescendientes aires de superioridad, porque se manifestaba en silencio (tras cada asesinato) y trataba de agrupar a gente de diferentes ideologías y con diferentes experiencias de vulneración de derechos humanos. Ahora ha votado disolverse por considerar alcanzado su principal objetivo, el fin del terrorismo, no sin hacer un llamamiento a mantener una memoria viva de lo ocurrido que incluya el reconocimiento crítico de la vulneración de derechos humanos, sin que la existencia de otras formas de violencia pueda servir a la izquierda abertzale de pretexto para no asumir su responsabilidad específica por haber contribuido decisivamente a la practicada por ETA.