Gabriel Sanz-Vozpópuli

  • La marcha atrás al “sablazo” a los autónomos y el frenazo al permiso por fallecimiento da idea del caos que nos espera sin mayoría y con PSOE y Sumar a la greña

La determinación de Pedro Sánchez está clara: aguantar carros y carretas con tal de no dar su brazo a torcer adelantando las elecciones generales; y eso, me temo, va a deparar muchos más episodios como los vividos esta última semana a cuenta del fallido incremento de cotizaciones a los autónomos -el Gobierno ha tenido que dar marcha atrás por el fuerte rechazo social y parlamentario-, y a cuenta, también, del deseo de Yolanda Díaz de aumentar a diez días el permiso laboral por fallecimiento; parece que la doctrina del globo-sonda se ha elevado a la categoría de estrategia en las relaciones entre los socios del Ejecutivo y, lo que es peor, de ambos con la sociedad a la que sirven.

Eso por no hablar del espectáculo de última hora de un socio minoritario poco menos que insinuando que la ministra de Vivienda, Isabel Rodríguez, tiene que dimitir por no saber arreglar uno de los principales problemas de la sociedad española, tras haber hecho público ese polémico vídeo cómico en el que se ve a unos ancianos compartiendo piso en 2035 -supuestamente los jóvenes de hoy-. Puede que Rodríguez no haya estado fina y que el vídeo-denuncia sea más propio de la oposición que de un gobierno que lleva siete años y medio sin dar con la tecla, pero con socios como Díaz y los suyos… para que quieren Sánchez y los suyos adversarios.

Lo primero que llama la atención es que un PSOE al que se le presupone un control de la agenda política rayana en la obsesión por eso que periodistas y politólogos llamamos el relato, se lance, sin encomendarse a nada ni a nadie, a anunciar una subida general de cotizaciones de hasta 7.400 euros más/año a un colectivo de 3,5 millones de personas que le puede hacer perder las próximas elecciones; hasta ahora, esa forma de actuar atropellada parecía reservada a una vicepresidenta Díaz empeñada en resucitar electoralmente a Sumar y a sí misma.

Se lanzan mensajes en los medios

Por no tener, el «sablazo» diseñado por la ministra de Inclusión Social y Seguridad Social, Emma Saiz, para trabajadores por cuenta propia no tenía ni el apoyo de la otra parte contratante del gabinete, que, a su vez, se ha propuesto desafiar a los socialistas con iniciativas como la del aumento de permiso por fallecimiento o con el registro horario de la jornada laboral resarcirse de la dura derrota que supuso la no reducción de la jornada laboral semanal a 37,5 horas; iniciativas que no cuentan con el apoyo de los ministros del parea económica del gabinete, Carlos Cuerpo y la vicepresidenta y ministra de Hacienda, María Jesús Montero… Pero si cuela, cuela.

La resultante es ver al frente del país hubiera ahora mismo a dos gobiernos que no dialogan entre sí -ambas partes sostienen que se enteraron de la iniciativa de la otra parte por los medios- y se niegan a asumir que ya no tienen la mayoría de investidura de Sánchez garantizada. Cualquiera diría que se guían por una suerte de doctrina de hechos consumados, como si el mero anuncio de algo fuera a obligar a Carles Puigdemont y Junts per Catalunya o a Podemos a dar su sí incondicional. Supongo que el cálculo que se hace en los despachos de La Moncloa, en los de Ferraz y en los de Sumar es que hay que dar sensación al votante de izquierdas de que hacemos cosas por los más desfavorecidos, pero lo único que están logrando transmitir con espectáculos tales que el de esta semana es caos político; la política no es y no puede ser un reality show de ministros tuiteros, y con las encuestas, todas, pronosticando una mayoría PP/Vox por encima de los 185 diputados ¿A quien pretenden convencer PSOE y Sumar de que esto puede ser reeditable cuatro años más?

El muro contra la ultraderecha como concepto, lo que toda la vida se llamó coalición negativa o cordón sanitario para frenar a la ultraderecha tiene unos límite claro que es la gestión saneada de la cosa pública; que se lo digan al presidente francés, Emmanuel Macron, que ha pasado de ser el hombre providencial llamado a impedir que un/una Le Pen llegara al Palacio del Elíseo, a ser el posible enterrador de una V República que agoniza quemando gobiernos y primeros ministros entre negativas de esa sociedad vecina a asumir su fuerte declive económico.

Lavar los trapos sucios en casa

Para que el Gobierno de coalición progresista del que presume Pedro Sánchez tenga continuidad cuatro años más lo primero que necesita es orden en sus actuales filas y que sus integrantes, él y la vicepresidenta Díaz a la que pretende mantener con respiración política asistida no den el espectáculo día si día también. Aún así tampoco tienen garantizado nada, que conste, pero lo que resulta meridianamente claro a estas alturas es que la estabilidad, la previsibilidad y la buena gestión cotizan al alza mucho más que el manido relato.

Porque hay que ser muy, pero que muy cafetero para desear cuatro años más de incertidumbre, de ida y venidas, de medidas con freno y marcha atrás. A fuerza de internar convencernos de que gobernar en coalición tiene estas cosas, dialogar y que te aprueben unas cosa y otras no, igual Pedro Sánchez está minusvalorando que retransmitir las discrepancias en política tiene coste… Que en este país somos muy de lavar los trapos sucios en casa sin dar la nota.