Tonia Etxarri-El Correo

La revelación del contenido de los wasap entre Pedro Sánchez y José Luis Ábalos ha radiografiado el talante inseguro y autoritario que el dirigente socialista ya nos había mostrado durante estos siete años, con toda su crudeza. La filtración de los mensajes ha dejado al descubierto la obsesión del presidente del Gobierno por cortar la cabeza a cualquier disidente dentro de su partido. Pero la reacción del PSOE actual dista mucho de la que mantuvo hace años, en tiempos de Rubalcaba, cuando dio pábulo a los mensajes que se intercambiaron Mariano Rajoy y Luis Bárcenas sin escandalizarse, entonces, lo más mínimo, porque hubieran sido filtrados. Ahora sí. El PSOE, que solo ve una invasión imaginaria tridimensional de la derecha como el principal problema del país, no puede culpar a Feijóo de haber sido el autor de la revelación de estas conversaciones. Una línea de wasap en donde el ‘boss’ (Sánchez) ordena a su fiel servidor (Ábalos) que reduzca a los críticos. Por lo tanto, sigue buscando al filtrador. Y el ex ‘número dos’ de Sánchez desvía el dardo diciendo que él guardaba las conversaciones en dos ‘pendrives’, que custodiaba Koldo y que obran en poder de la UCO, para publicar sus memorias. ¡Que nadie se malicie pensando que las iba a utilizar como chantaje! Con todo lo que sabe.

De todas formas, los movimientos del PSOE están siendo un tanto incompatibles. Ni mención de las órdenes que le daba Sánchez a su escudero en la reunión de la ejecutiva del lunes en la sede de Ferraz. Ni palabra sobre los wasap comprometedores. Con una portavoz del partido que contrapone el intento de quitar importancia a unas conversaciones privadas (los wasap de sus primos le interesan mucho más) con su indignación por la divulgación de los mensajes, aunque nada dijeron de la revelación de secretos de los datos fiscales del novio de Isabel Díaz Ayuso. La actitud de Esther Peña ayer sonaba a ficción. Si no es grave el contenido de los wasap, ¿por qué dan importancia a su filtración?

Solo los aludidos por la presión adornada de insultos que Pedro Sánchez ejerció sobre ellos (Page y Lambán) centraron ayer el debate en su justa medida. Lambán, a quien Sánchez llamó «el petardo ese», confesó su estupor por la ira con que reaccionaba el presidente del Gobierno ante cualquier resquicio de discrepancia. Las presiones y la censura que Sánchez ejerce dentro del PSOE vienen siendo así desde que recuperó el poder después de que se viera forzado a dimitir como secretario general en aquel convulso comité federal de 2016. Pero estos wasap lo han dejado al descubierto. Feijóo intuye el fin de ciclo y adelanta el congreso nacional del PP a julio porque ve posible un adelanto electoral. Es cierto que a Sánchez le persigue su incoherencia a través de la hemeroteca. «Rajoy debió dimitir cuando envió el ‘sms’ de apoyo a Bárcenas», dejó escrito y dicho. Y que su trayectoria está ligada a la de Ábalos. Pero escribió y dijo tantas cosas que luego ha incumplido que él no piensa todavía en las urnas. Veremos si logra llegar al final de la legislatura. Se admiten apuestas.