Dos legislaturas

EL MUNDO 14/03/13
ARCADI ESPADA

Pocas veces he visto una decepción semejante que la que reflejó en su cara la enviada de la televisión pública, y el capellán especialista, al dar el nombre del nuevo Papa. Bergoglio, Bergoglio repetían como sin créerselo. Para más inri (qué espontáneo me salió) se trataba de un argentino. El argentino Bergoglio, decían como sin creerse la unión del apellido y el gentilicio. No debían de saber que un argentino es un italiano que habla español. Y para avivar el alambique: jesuita. Lo que es indiscutible de los jesuitas argentinos, italianos o españoles es que son jesuitas. Una patria mucho más sólida. Fruto sin duda del azoramiento la muchacha que retransmitía el célebre momento se hizo un lío con la edad de Bergoglio. Había nacido en 1936, pero la muchacha decía que era un Papa joven. La corrigieron, al cabo. Se trata de un Papa de 76 años.
Por lo tanto, y recopilando. No esperaban un argentino. No esperaban un jesuita. No esperaban un hombre de 76 años. Me extrañó que en ningún momento acudieran a la tangente del Espíritu Santo. Tuvieron la elegancia. Por lo demás todo lo inesperado es perdonable, menos la circunstancia del papa viejo. En realidad, ésa era la única característica que cabría prever. Se pasan los cónclaves aludiendo a las nuevas tecnologías, al uso de twitter, a las tiranías de la sociedad mediática… En esta onda, dijeron incluso que el nombramiento del nuevo Papa se había hecho coincidir con los informativos de la televisión. No sólo me pareció poco espiritual sino muy hemisferio norte: en Buenos Aires eran las cuatro de la tarde y estaban cebando el mate de la siesta. Sin embargo, no aludieron en ningún momento a la evidencia de que la principal característica de la exhibición mediática es el desgaste. Es imprescindible elegir papas que duren de forma moderada. Que se acerquen al ideal laico de los ocho años, que Ratzinger cumplió con una escrupulosidad democrática que incluyó la dimisión. (Ideales laicos a los que Bergoglio no parece ser ajeno: ya ha anunciado que se reunirá con su antecesor: ¡el traspaso de poderes!) Papas, en fin, que permitan organizar con relativa frecuencia el gran espectáculo del cónclave, que reúne la incertidumbre y el rito de su gran competidor en la escena, esto es el escenario deportivo.
Los papas seguirán gozando de la vida eterna. Pero no en ésta.