IGNACIO CAMACHO, ABC – 03/01/15
· El suelo político español es tan jabonoso que al comenzar 2015 ni siquiera se sabe cuántas elecciones habrá este año.
Dos seguras, o casi, y dos probables. La política española se ha vuelto tan imprevisible que al comenzar 2015 ni siquiera se sabe cuántas elecciones habrá este año. Certeza pura sólo existe sobre las municipales y autonómicas (de las comunidades creadas al amparo del artículo 143) que tienen fecha fija: el 24 de mayo. En teoría ha de haber generales en noviembre o diciembre pero los leguleyos monclovitas estrujan sus neuronas en busca del resquicio que permita, si Rajoy lo considera, trasladarlas a enero del 16.
Difícil porque si se produce la prevista hecatombe primaveral del PP el presidente sufrirá una intensa presión para que disuelva la legislatura cuanto antes, después del verano. Sabida es la aptitud marianista para la resistencia pero una cosa es mantener el calendario en condiciones adversas y otra estirarlo más allá de sus límites; en principio cabe apostar por una convocatoria en otoño y unas Navidades con nuevo Gabinete o en plena negociación de pactos. Que ésa será otra: las encuestas sugieren una complicada formación de mayorías estables de gobierno.
Luego está Cataluña. La tercera cita podría ser la primera en el tiempo. Febrero es el plazo límite para celebrarlas en solitario; después tendrían que ir unidas con las territoriales de mayo. A Mas le quedan a lo sumo quince días de duda. Su proyecto de lista única independentista no cuaja y por ende se ha encontrado un problema que no esperaba: la irrupción de Podemos amenaza con quebrar la mayoría del bloque de secesión. Aunque el partido de Pablo Iglesias se mantiene en la ambigüedad sobre el «derecho a decidir», sus posibilidades de éxito nacional pasan por oponerse a la secesión.
Y al contrario: pueden aumentar significativamente si la evitan. El presidente de la Generalitat tiene que decidir en enero. Lanzarse otra vez al vacío, aguantar cociéndose en su propio reto o convertir las municipales en un descalzaperros independentista, una especie de referéndum indirecto.
Y hay una cuarta posibilidad: Andalucía. Susana Díaz lleva casi dos años manoseando como una margarita las hojas del almanaque. Ya descartó el año pasado un adelanto que le hubiese dejado las manos libres y a sus aspiraciones de liderazgo español le puede convenir la opción de poner una urna más en mayo. La determinación no es su punto fuerte como demostró al arrugarse en las primarias del PSOE. Si deja pasar la primavera, asumiendo el resultado de las locales como una evaluación, aún le quedará otra oportunidad de adelanto en las generales. Sus socios de IU le van a poner cada vez más difícil la estabilidad del pacto en la Junta. En algún momento tendrá que arriesgar o se le pasará el arroz y habrá de conformarse con el peso feudal del sultanato.
¿Total? Entre una y cuatro; el suelo político es ya tan jabonoso en España que ni siquiera cabe apostar sobre el orden de las hojas del calendario.
IGNACIO CAMACHO, ABC – 03/01/15