REBECA ARGUDO-ABC

  • Reivindicar como propios los votos de otras formaciones es, como poco, una libérrima interpretación del sentido del voto del 61,97 por ciento

Decía Bertrand Russell que, si partimos de una premisa falsa, podemos demostrar cualquier cosa. «Dos más dos son cinco, luego soy el Papa», dicen que dijo. Se encontraba el filósofo dando una charla sobre sistemas lógicos (no recuerdo ahora dónde ni cuándo y perdonarán, como diría Umbral, que no me levante a mirarlo) cuando afirmó eso: que partiendo de una falsa premisa se podía demostrar cualquier máxima. Entre el público algún listillo levantó la mano para preguntar si eso significaba que, de suponer que dos más dos son cinco, podía Russell demostrar que era el Papa. A lo que Russell, sin despeinarse, contestó que efectivamente. «Supongamos», le dijo, «que dos más dos son cinco. Si restamos tres a dos más dos y tres a cinco obtendremos que uno es igual a dos. El Papa y yo somos dos personas y, como dos es igual a uno, el Papa y yo somos uno. Por lo tanto, yo soy el Papa». ‘Mic drop’.

Nada más lejos de mi intención que comparar a Sánchez con Russell. No tengo pruebas pero tampoco dudas de que, de sistemas lógicos y filosofía analítica, anda justito. Pero, posiblemente sin saberlo, ha utilizado la premisa falsa para poder demostrar aquello que le venía a él bien. O sea, cualquier cosa. Un indiscutible liderazgo refrendado por una gran mayoría, sin ir más lejos. Ha sido en la sesión de control al Gobierno en el Congreso, donde le ha espetado a Feijóo que nueve de cada diez votantes en Euskadi habían votado a partidos políticos que apoyaban su investidura, su Gobierno y las políticas que están desplegando, y solo uno de cada diez al PP y la ultraderecha. Reivindicar como propios los votos de otras formaciones es, como poco, una libérrima interpretación del sentido del voto del 61,97 por ciento de los votantes que decidieron no otorgárselo al PSOE. Ya se han encargado los propios partidos que le apoyaron en dejar claro que este no era un cheque en blanco. Que se le apoyaba en la investidura y que, luego, Dios (concesiones y prebendas, más bien) proveerá.

Para Sánchez, el 14,31 por ciento (que es el porcentaje de votos que recayó en el PSOE) es lo mismo que el 76,28 (que es lo que sumaban los votos que obtuvieron todas las formaciones excepto PP y Vox). Y el 11,23 por ciento que sumaron en realidad estos dos es, para él, lo mismo que el 9,21 que fue a parar al PP exclusivamente. Así, para Sánchez, 14,31 es 90, y 90 es 76,28, el PSOE es todo esto que ves, hijo mío, y PP y Vox, lo mismo son que lo mismo tienen.

Partiendo de una premisa falsa, decía Russell, se puede llegar a cualquier conclusión. Si el pasado domingo 9 de cada 10 votantes en Euskadi dijo sí a Sánchez, siete escaños son lo mismo que 67 y 8 son 7, dos más dos son cinco y Sánchez es el Papa.