ARCADI ESPADA-EL MUNDO

TENGO que acercarme a las declaraciones de Artur Mas como un bombero de Hbo en Chernobyl. Cuando el primer responsable de la ruina moral y política de Cataluña, libre de responsabilidad penal por una clamorosa inhibición de la Justicia española, dice que hay que negociar con Sánchez porque es preciso «no provocar más tensión» entre Cataluña y España –y aún dice escandalosamente algo más: «Tan real es la Cataluña independentista como la que no es»–, uno debe protegerse de la posibilidad de contraer su mismo mal, que es el de una indignidad radioactiva y aniquiladora. Pero una vez en el núcleo hay que entender lo que esas declaraciones significan. Y lo que significan, sobre todo, respecto de Pablo Iglesias y su patético deambular por el subsuelo de la negociación política. Lo cierto es que en una segunda votación de investidura que solo precise para el candidato más síes que noes, Iglesias puede verse obligado a elegir entre votar que no junto a Vox –y presentarse tan feliz con ese voto a las próximas elecciones–, o abstenerse para que Sánchez sea el presidente.

La verdad dormida de toda esta negociación es que Sánchez puede ser presidente sin el voto de la podemia. Solo es preciso que negocie a fondo con los nacionalistas catalanes y lo demás vendrá rodado. Y para negociar solo hay ahora una cuestión importante: los presos nacionalistas y la necesidad de que el Estado aplique al mismo tiempo la ley y la clemencia. La ley la aplicará el Supremo y la clemencia quedará en manos del Parlamento. De una mayoría política que pueda modificar el Código Penal para aplicar retroactivamente a los presos nacionalistas un tipo penal que reduzca su pena y que sumado a los previsibles beneficios penitenciarios disuelva como un azucarillo amargo el proceso del Proceso.

Cuando Mas dice que ya no pueden separarse «legalmente [!] de España» reconoce que volvieron a perder la partida de la Historia y que solo cabe negociar la rendición. La derrota incluye también la de la calle, porque las masas no sacarán a los presos de la cárcel ni irán más allá de la algarada tras la sentencia. Entre otros motivos porque el nacionalismo recuerda que después del 1 de octubre vino el 8 de octubre. Tiene razón Mas: tan real una Cataluña como la otra.

En fin, yo solo quería aconsejarle a Iglesias que aceptara la dirección de la Oficina del Euro Interbank Offered Rate, que he sabido es la última oferta que le ha hecho llegar el presidente. La mayoría política en España ni pasa ni pasará por él.