Miquel Giménez-Vozpópuli
Tras escuchar a Sánchez y Torra este jueves se puede llegar a dos conclusiones: o no habían asistido a la misma reunión o mienten como bellacos
Tampoco son excluyentes, porque ambos se ven en la obligación de seguir mintiendo para continuar en sus cargos, siéndoles imposible detener sus correspondientes raciones de falsedades habituales. Es como quien va montado en bicicleta: si paras, te caes. En las ruedas de prensa que concedieron, todo su afán fue insistir en lo buenos que eran y como gracias a su extraordinaria habilidad estaban en vías de convencer al contrario. Mientras Sánchez, con un extraño artilugio en forma de documento escrito por Perogrullo, decía que había que dialogar y que él era el más dialogante de todos los que dialogan en diálogos habidos y por haber – ignoramos si son diálogos socráticos -, Torra volvía a decir que lo que se sustentaba era la autodeterminación, la amnistía y el reconocimiento como sujeto político de Cataluña.
Puestas en paralelo, sus discursos se asemejaban como un huevo a una castaña. Sánchez diseñaba países idílicos, fraternales, espacios de buen rollo progresista y una infinita capacidad para comprenderlo todo y a todos; Torra hacía lo propio, pero desde el rincón estelado, aduciendo que ellos son también partidarios de dialogar, de la confrontación democrática, de la bonhomía, la democracia y las libertades. Y como una vez expuesto el objeto, como dijo Artaud, queda castrado, sus palabras treparon por las piedras de la galería gótica del Palau de la Generalitat para desvanecerse en el azul y frío cielo barcelonés.
Sánchez, si estaba allí, era para contentar a su socio de Esquerra, que ya no sabía cómo aplacar al chiquillo malcriado que ocupa la presidencia de la Generalitat. Y al presidente del Gobierno le cuesta muy poco poner cara de interés, decir cuatro obviedades y engañar a quien sea. Ha sido un abuso, claro, porque los neoconvergentes están muy faltos de cariño desde que el PSOE optó por los de Junqueras como socios preferentes, de ahí que Torra haya sacado su mejor alfombra roja y haya colmado de agasajos al de la Moncloa. Desde Zapatero no se conocía visita alguna de primer ministro y tenía que celebrarse con campanas al vuelo y esa sonrisita de en plan “ya os decía yo que acabarían por venir a morir al palo” tan propia de pujolistas.
Los dos estaban condenados a simular que se hacía algo, porque en realidad sabían que no iban a hacer nada. Buenas palabras, declaraciones de intenciones y a vivir que son dos días»
Si Torra se ha quedado satisfecho al ver como Iván Redondo le hacía una reverencia que para sí quisiera que le hicieran el Rey don Felipe, es cosa que no sabremos del todo. Tienen los separatistas la manía de que, o les dan la razón y les dejan constituirse en república de defraudadores fiscales y evasores de divisas, o no les vale. Más tranquilo estará, seguramente, aunque Puigdemont no comparta esa sensación pues dicen que está pensando trasladarse a Suiza, dejando una Bélgica que vaya usted a saber si en pocos meses se convierte en territorio incómodo cuando el suplicatorio se resuelva en el Parlamento Europeo. Allí podría tomar café con Marta Rovira o Anna Gabriel, lo que no es floja compañía.
Sánchez le ha tomado el pelo a Torra
Uno, que tiene mucho visto, opina que Sánchez le ha tomado el pelo a Torra de manera descarada y que este, aunque no se lo haya tragado del todo, ha tenido que hacer ver como si esa reunión diluida entre todas las que Sánchez ha mantenido en la capital catalana, faltándole solo verse con la Virgen de la Mercé, fuese en serio. Los dos estaban condenados a simular que se hacía algo, porque en realidad sabían que no iban a hacer nada. Buenas palabras, declaraciones de intenciones y a vivir que son dos días. Aragonés es quien corta el bacalao, se aprobarán con bastante seguridad los presupuestos catalanes tras tres años sin disponer de unos, Sánchez se asegura el apoyo de Esquerra para los suyos y quién sabe si incluso la abstención de Junts per Catalunya e Iceta se ha salido con la suya. Habrá mesa de diálogo entre besugos presidida por los dos presidentes y se harán muchas fotos, que darse la mano con el rival siempre queda bien en Twitter.
De los problemas de los cultivadores de arroz en el Delta, la sanidad catalana en bancarrota, los inhumanos retrasos en las pensiones que afectan a la ley de la dependencia y otras fruslerías no ha habido tiempo para hablar. Lo han hecho, dicen, sobre los orígenes del problema catalán y seguro que se han extendido acerca de las Bases de Manresa, la Mancomunitat de Prat de la Riba, la república, el catalanismo, els fets de Palau y cosas tan importantes como éstas para la vida cotidiana de los catalanes. Menudo rollo le ha soltado el president a Sánchez, decía uno de los colaboradores de Torra. Como si a este le importase estarse una horita y media escasa escuchando como quien oye llover. Sabía que estaba hablando con un cadáver político y que la reunión bien podría ser el funeral político del por ahora president. A la hora de comer, suponemos, todos lo han hecho con la tranquilidad que da saberse con el deber cumplido.