Eduardo Mozo de Rosales-El Correo

  • La UE ha llegado a un punto de ser o no ser en el que si no actúa tendrá que comprometer el bienestar, el medio ambiente o su libertad

Antes de las elecciones europeas, la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, encargó un par de informes que debían marcar el futuro. El elaborado por Enrico Letta recomendaba profundizar en el mercado único. Ahora Mario Draghi propone un cambio radical basado en la necesidad del crecimiento, mejorando la productividad. Lo ilustra con un ejemplo sencillo: el ingreso real disponible de las familias americanas ha crecido el doble que el nuestro desde el 2000. Además, perdemos población, el mundo ha cambiado y las reglas se tambalean. Ya no nos vale con ser una potencia exportadora. Para ser más gráfico, llega a decir literalmente que «nos estamos encogiendo» cuando necesitamos justo lo contrario, crecer, para financiar la enorme inversión necesaria, equivalente al 5% del PIB europeo, para poder cumplir los objetivos: descarbonizar y digitalizar la economía, y aumentar nuestra capacidad de defensa; todo ello, preservando los valores del modo de vida europeo, incluido su modelo social. En dos palabras: sin crecimiento no hay modelo. El informe propone 170 medidas concretas y abre tres áreas de actuación: innovación, clima y seguridad

En cuanto a la primera: hemos perdido el tren de la digitalización y solo tenemos tres compañías europeas en el ‘top 50’ de la alta tecnología, quizás porque se asustan por la regulación y acaban en Estados Unidos, donde el mercado de capitales del Nasdaq les financia, con ejemplos como el diseñador de chips Arm, la empresa de biotecnología BioNTech -famosa por su vacuna del covid- y el servicio de música Spotify. No es de extrañar que crezca el clamor para que Europa cree su propio Nasdaq. Lo curioso es que, si descontamos la alta tecnología, el crecimiento europeo es similar al americano, por lo que la forma europea de tratar la innovación es el primer asunto del informe.

Draghi insiste en que tenemos ideas y capital ocioso, pero falta dimensión y sobran barreras. Habla de una estructura industrial de tecnología media con capacidad de crecimiento limitada y de que nuestras grandes empresas son las de hace veinte años, mientras en América las tecnológicas han irrumpido. Pide una política de competencia flexible, que mire al futuro, porque necesitamos competencia, pero también dimensión para competir.

En cuanto al segundo objetivo europeo, descarbonizar la economía, insiste en que debe hacerse sin comprometer el crecimiento porque las empresas europeas tienen unos costes de energía superiores a las americanas. Critica que la energía sea un maná para las haciendas nacionales y propone un mercado único donde las ventajas de las energías limpias lleguen a empresas y particulares en forma de precio más barato. Concluye con la oportunidad de que la UE impulse una industria de energía limpia, que deberá valorar cuándo conviene aprovisionarse en China.

En tercer lugar, reducir nuestras dependencias y dotarnos de seguridad, tanto económica como militar. En cuanto a esta, seguirá en manos de una OTAN subvencionada por los americanos, pero la UE debe ordenar la capacidad de su fragmentada industria de defensa para hacerla capaz de suministrar sus necesidades, que hoy compra fuera. En cuanto a la seguridad económica, los europeos deseamos un mundo sin imperialismo, pero eso es lo que viene, por lo que la UE, potencia exportadora, debe cerrar acuerdos comerciales, como en los casos de Mercosur, Australia e India. Pero ya no vale ir cada uno a lo suyo. Por todo ello, Draghi apuesta por una única política exterior de la UE, capaz de llegar a acuerdos comerciales preferenciales e inversión conjunta en países con los recursos del futuro, de los que Europa carece, y con cadenas de suministro en los productos y tecnologías clave.

Pero la rueda de prensa de presentación del informe deja también dudas en la financiación porque, además de impulsar un mercado de capitales, habrá que emitir deuda; y aquí hay diferencias serias entre estados. No se trata solo de más Europa, sino de un mercado único, enfocado al crecimiento y apostando por explotar sus recursos de forma conjunta y no desde cada estado. Se trata, además, de que el rumbo sea único y no dependa de cada comisario, porque si quieres enfatizar la industria no puedes tener al de medio ambiente o al de competencia remando a la contra. Dragui habla de una tipología de sectores porque habrá que ver caso por caso.

No les oculto la dificultad del ejercicio, con cada estado y cada comisario mirando por lo suyo, pero la alerta de ‘super Mario’ es muy clara: si no se hace, nos espera una lenta marcha a la irrelevancia, lo que quizás no le importe a usted demasiado, pero tampoco Europa podrá mantener su apreciado modo de vida, lo que ya le afecta probablemente de lleno. En resumen, la UE ha llegado a un punto en el que, si no se actúa, tendrá que comprometer su bienestar, el medio ambiente o su libertad. Ser o no ser.