Kepa Aulestia-El Correo

  • La negativa de Sánchez a retirar la proposición de ley de amnistía y la moción de censura contra la alcaldesa de Pamplona atestiguan que la legislatura seguirá el mismo rumbo de la anterior

El encuentro entre el presidente Pedro Sánchez y el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, ayer en el Congreso no podía dar paso a una geometría variable en la política española. La negativa de Sánchez a retirar la proposición de ley de amnistía y la moción de censura contra la alcaldesa Cristina Ibarrola en Pamplona atestiguan que la legislatura seguirá el mismo rumbo de la anterior. La mayoría de la investidura frente a la amplia minoría de quienes no consiguieron validar parlamentariamente la victoria del 23 de julio. Con la salvedad de que la alianza de gobierno no suma como para renovar el CGPJ, ni para retirar del texto de la Constitución un término tan sangrante como el de «disminuidos».

Los dos principales partidos de España, el PP y el PSOE, actúan como si mantuviesen la esperanza de alcanzar pronto la mayoría absoluta en solitario, y conformar así mayorías cualificadas con sus eventuales aliados. La otra pulsión que explica su conducta es el propósito de eliminar al adversario, empequeñeciéndolo tanto que deje de contar en la aritmética parlamentaria. Ambas han sido constantes en la trayectoria de populares y socialistas desde que a Felipe González se le vieron las costuras. Hasta el punto de que no parece concebirse otra estrategia política que la de la invocación permanente a las diferencias para así mantener e incrementar un abismo que impida el tránsito de los votantes de una orilla a otra.

Alberto Núñez Feijóo necesita, para ello, empequeñecer el espacio que Vox se obstina en mantener extremando sus mensajes. Una dinámica que lastra al centro-derecha español en tanto que la existencia de la ultraderecha contribuye a la consolidación de la alianza de los socialistas con su izquierda y los independentismos. Pedro Sánchez encuentra en Vox la razón última de sus concesiones a cambio de otra legislatura, mientras espera que el votante de sus aliados se vea tan reconfortado por la empatía socialista que acabe apoyando a las distintas federaciones del PSOE. Solo que podría darse el movimiento inverso. Que el blanqueamiento de EH Bildu lleve a la izquierda abertzale a convocar a los votantes socialistas o a sus vástagos a secundar su marca.

La fotografía de ayer en el Congreso da en qué pensar a sus respectivos seguidores. Qué sería del PP si Núñez Feijóo se agota antes de alcanzar la Moncloa. Qué sería del PSOE si Sánchez se viera obligado a echar la toalla a media legislatura. Al estrechar sus manos en realidad se estaban retando, en un desafío que se lanzaban mutuamente a sabiendas de que la vida política de Feijóo depende de que la legislatura no pase de dos años, y que de cubrir los cuatro años de rigor Sánchez acabará con el actual líder popular. Un duelo que podría extenderse hasta 2027 nada menos.