Duelo en Boise Corral

 

Parte de la legitimación de la estrategia nacionalista por la autodeterminación se sostiene desde el exterior. Han conseguido dar credibilidad a un relato candoroso: un altivo pueblo en los Pirineos lucha inmemorialmente por su libertad contra la opresión española. Y eso cunde mucho, hasta en Idaho, precisamente un estado que en su declaración constitucional se declara «inseparable de la Unión».

El marcaje que el lehendakari López soporta del diputado general de Vizcaya le obliga a padecer su presencia hasta en el jaialdi que en julio se celebrará en la capital de Idaho. «Esta tierra es mía -pensará el diputado nacionalista-, fuera intrusos, hay que contrarrestar la presencia del primer lehendakari no nacionalista que vaya por allí». Y el motivo de tal coincidencia, pues los diputados generales no solían ir, es la entrega del título de Ilustre de Vizcaya que la Diputación ha concedido a Pete Cenarrusa. Este personaje es descendiente de vascos, político del partido republicano, antiguo secretario de Estado de Idaho, e impulsor del Memorial 2002 aprobado en su Parlamento solicitando la autodeterminación para Euskadi. Espero que López se ate bien las cinchas de su paracaídas si no ha preparado previamente el aterrizaje.

Gran parte de la legitimación de la estrategia nacionalista por la autodeterminación se sostiene desde el exterior, a partir de una activa política con gobiernos e instituciones que tengan algún flanco propicio para ser seducidos, contando, además, con el inestimable apoyo de las colectividades vascas en el extranjero, pues el interlocutor y benefactor que éstas han tenido en los últimos treinta años han sido los gobiernos nacionalistas. Lo cierto es que admirablemente han conseguido dar credibilidad a un relato, de una sencillez y candor propio de las arrebatadoras películas de Hollywood de los años cincuenta, en la que un altivo pueblo montañés lucha inmemorialmente por su libertad en las crestas de los Pirineos contra la opresión española. Y eso cunde mucho, produce el Memorial de la Cámara de Idaho, precisamente un estado que se crea en su declaración constitucional «inseparable de la Unión».

Aquel Memorial de Idaho levantó alarmismo en la Secretaría de Estado de Exteriores de EEUU, que reprochó a los descendientes de los pastores «a ver si querían organizarle a España otra guerra como la de Cuba», y lo cierto es que se crearon fuertes tensiones con el Gobierno federal, con la misma Condoleezza Rice y la embajada española. Da la casualidad que José Luis Bilbao va ahora a premiar a su impulsor, mientras López se encamina al jaialdi.

En esta pugna no es de extrañar que hace unos días apareciera en este periódico la noticia de que el PNV presentará en el Parlamento vasco un candidato para el Consejo Asesor de Relaciones con las Colectividades Vascas cuando ese cargo ha sido desempeñado siempre por el presidente o el vicepresidente de la comisión correspondiente de la Cámara. Lo curioso del caso es que la presidente de la comisión a la que se le demanda el puesto, la socialista Leturiondo, tiene lazos familiares con Idaho. Pero no habrá duelo como en Ok Corral porque cada cargo institucional tiene una misión, el diputado general entregar el título al político que apoyó desde EEUU los planteamientos del PNV y del Gobierno Ibarretxe y el lehendakari va de romería. Quien espere una escena épica que vaya al cine.

Eduardo Uriarte, EL PAÍS, 8/6/2010