HACE muchos años, el entonces neófito ‘lehendakari’ Ardanza confesaba a gente de su confianza que ya le había cogido el tranquillo a las entrevistas. La cosa no consistía tanto en lo que preguntaran los periodistas, sino en lo que uno quería responder. Esa debe de ser la clave de la madurez en política y ayer, el presidente de Ciudadanos mostró que sabe responder lo que le interesa.
Herrera lo entrevistó para preguntarle por el extravagante escrache al que fue sometido por un grupo de taxistas en Atocha. Él venía de Sevilla, de una rueda de prensa curiosa, de la que daba cuenta ayer EL MUNDO. El mismo día en que el presidente Juan Manuel Moreno hacía pública la composición de su Gobierno en San Telmo, Albert Rivera citaba a los medios en el Parlamento en compañía de ‘su’ parte del Gobierno, los cinco consejeros de Ciudadanos. El presidente había convocado a las 11:30. Rivera convocó a los gráficos a tres horas: a las 11, a las 12:15 y a las 12:30.
Susana Díaz juzgó el asunto en sintonía con el titular de este diario: «Rivera contraprograma a Moreno con una cita con sus consejeros». La ex presidenta comentó: «No va a haber un solo Gobierno andaluz, sino dos Ejecutivos de dos partidos cada cual con su interés». Suele pasar. Los Gobiernos de coalición funcionan en la práctica como si fuesen más de uno. Cada partido gestiona las áreas que le han correspondido en el reparto con autonomía. La cuestión era guardar las formas, que no fue lo que hizo Rivera al reivindicar su parte de Gobierno tan clamorosamente.
Preguntado por Herrera acerca de la doble obediencia de los consejeros ‘naranja’, respondió con mucha convicción: «Es el colmo que no pueda reunirme con los consejeros de Ciudadanos en Andalucía. Yo no veo la cosa tan extraña en reunirme con mis compañeros y dar una rueda de prensa». No lo hay. El problema es la hora, que fuera la misma a la que el presidente daba a la opinión pública los nombres de su equipo. Rosa Díez, que es una seguidora atenta de Rivera, calificó de ‘pueril’ su decisión de comparecer con los suyos mientras Juanma Moreno presentaba el Gobierno de Andalucía: «Poner a su partido por delante de la gobernabilidad es un síntoma de vieja política». Es un trino afinado; no hay una interpretación más benévola.