Tras las elecciones autonómicas del domingo, CiU ha demostrado que la autocrítica no constituye una de sus prioridades. Ya sea por el shock provocado por los malos resultados -la federación perdió 12 de sus 62 diputados cuando aspiraba a la mayoría absoluta- o por la necesidad de formar un gobierno cuanto antes, los dirigentes nacionalistas han evitado, al menos en público, los análisis serios sobre el descalabro.
Pero Josep Antoni Duran Lleida constituye una excepción. Cada vez más recuperado de su lesión de rodilla, y de nuevo en el primer plano después de una campaña en la se hizo a un lado al ver que no era muy apreciado por sus compañeros de federación, el líder de Unió ofreció ayer su visión sobre las causas de la caída. E identificó una de ellas en la mala lectura que pudo hacerse desde CiU de la manifestación de la última Diada.
En la carta que escribe semanalmente a los militantes de su partido, Duran admitió que los nacionalistas «quizá no acertaron con la lectura de la expectativas generadas» tras la manifestación de la Diada y el rechazo del Gobierno al pacto fiscal.
El líder de Unió aprovechó para recordar que él no estaba «tan equivocado» cuando dijo que no todo el mundo que asistió a aquella protesta era partidario de la independencia de Cataluña.
En los días previos a la marcha, Duran dijo que no participaría, pero luego rectificó. En cualquier caso, estuvo poco más de un cuarto de hora en la manifestación, y fue recibido con abucheos y hasta le lanzaron algún objeto.
El líder democristiano insiste ahora en que la marcha aglutinó -además de a los independentistas- a personas que simplemente estaban cansadas con el trato del Estado a Cataluña, pero que no quieren la ruptura, e incluso a ciudadanos «enfadados» con los recortes de CiU.
En la carta, Duran también asegura que el resultado electoral le dejó «tocado» porque, cuando se convocaron elecciones tras la Diada, creyó que CiU podía lograr la mayoría absoluta, una sensación que fue disminuyendo a medida que se acercaban los comicios. Después de las elecciones, sin embargo, se le ha visto mucho más activo que a Artur Mas, que no reaccionó hasta ayer.
El líder de Unió esgrime así una interpretación del fracaso de CiU el 25-N muy diferente a la que cada vez gana más terreno en Convergència: que fue Duran, con sus dudas acerca de que el Estado catalán que pretenden construir Mas y los suyos tenga asegurado un lugar en el euro y en la UE, quien propició el batacazo.
En su escrito, Duran entra en uno de los tabúes de la marcha del pasado 11 de septiembre: ¿qué porcentaje de su éxito cabe atribuir a los organizadores de la Asamblea Nacional Catalana y cuál a los partidos que le dieron apoyo? Es una cuestión importante, porque Mas siempre sostuvo que fue una marcha espontánea y, además, dio por bueno que acudieron 1,5 millones de catalanes, una cifra claramente exagerada, y construyó con ella los cimientos de su plan soberanista.
El líder de Unió afirma sobre la manifestación: «He visto que los partidos estábamos detrás de una parte importante de su éxito, ya que estuvimos trabajando durante semanas en la movilización de manifestantes». CiU, por ejemplo, fletó autobuses y trenes desde todos los rincones de Cataluña.