Aunque en público muestra un rostro casi tan preocupado como sus socios convergentes, Josep Antoni Duran Lleida tiene motivos para reírse por dentro. El líder de Unió, humillado durante toda la campaña por los propios militantes de CiU, ha contemplado el fracaso de una estrategia nítidamente independentista de la que siempre desconfió y vuelve a pedir la palabra. Para él, la prioridad es «el día a día del Govern», y no la consulta independentista.
Contra lo que es habitual, Duran sólo intervino en cuatro mítines junto al candidato a la Generalitat, Artur Mas. En la apertura de campaña quedó claro qué le esperaba: cuando subió al escenario atronaron los gritos de in-inde-independencia, que lanzaban con una sonrisa en la cara incluso dirigentes de Convergència. Se trataba de un recochineo evidente, porque la mayoría de CDC ve en Duran un freno para el soberanismo.
La respuesta del líder de Unió consistió en aparecer lo menos posible junto a Mas en los mítines, según fuentes conocedoras de la situación. Para ello, alegó que está convaleciente de una operación de rodilla. Siempre que Duran, uno de los mejores oradores de CiU, se prestó a hablar, incluso en el multitudinario acto final en el Palau Sant Jordi, arreciaron los coros a favor de la independencia cuando estaba a punto de intervenir.
En una ocasión, el líder de Unió se enfrentó en tono de broma a quienes gritaban: «¡Siempre con la misma palabra en la boca!». En otra, durante el mitin central de CiU, hizo otro chiste. «¿Trias alcalde, Mas presidente y Duran independiente? No, no, no. Esto no puede ser. Tendremos que buscar algo que haga efectiva mi salida. Hazme ministro de Exteriores, vaya», le dijo a Mas.
El descalabro electoral de CiU ha cambiado las tornas. Duran ha recuperado presencia mediática y el lunes, en la valoración de los resultados, habló más que un alicaído Artur Mas. Ayer, pese a que la Generalitat afirma que la consulta independentista es «un mandato inequívoco y explícito» del pueblo, él aclaró que la federación no puede garantizar su celebración «sin asegurar el día a día» del Gobierno catalán.
En una entrevista en TVE, Duran dijo que «no es suficiente» que el líder de ERC, Oriol Junqueras, haya asegurado que su partido va a apoyar la investidura de Artur Mas como presidente de la Generalitat. «Sin el gobierno del día a día, es imposible todo lo demás», concluyó el líder de Unió y secretario general de CiU.
Duran aboga por alcanzar acuerdos con ERC o el PSC, aunque cree que los socialistas catalanes tienen «dificultades añadidas porque su situación interna es precaria y han perdido en muchas partes». El PSC se dejó ocho de los 28 escaños que tenía antes del 25-N, y, por primera vez, fue superado por ERC en la segunda plaza en cuanto a número de diputados.
Duran también amenazó con que en el Parlament puede darse una situación «a la griega» porque hay dos o tres partidos que pueden definirse como antisistema -aunque no precisó cuales-, lo que podría dificultar la gobernabilidad.
En cualquier caso, el discurso del líder de Unió es ahora mucho más conciliador que durante la campaña, cuando llegó a afirmar que «el Estado es una cloaca». Ayer, pese a que CiU ha rechazado en principio un acuerdo con el PP para gobernar Cataluña, Duran sólo dijo que es «muy difícil» porque «se han roto muchos puentes», pero añadió que si el Ejecutivo de Mariano Rajoy hace una propuesta sobre el «pacto fiscal» que antes defendía CiU habría que estudiarla.
Duran también afirmó que no todo el mundo que acudió a la multitudinaria manifestación de la Diada «era independentista», y recordó que la secesión tampoco es su modelo aunque asistió a la marcha.
Señaló que la coalición debe llevar a cabo una reflexión serena y «tomar buena nota» para analizar una bajada de escaños que nadie había augurado.
Sin embargo, numerosas voces en Convergència y entre los críticos a su liderazgo en Unió le echan la culpa del descalabro. Lo dijo en público su rival en el último congreso, Josep Maria Vila d’Abadal, que afirmó que «las dudas» de Duran con la independencia y con la posible salida de la UE de un Estado catalán perjudicaron a Mas. En privado, fuentes de la federación van todavía más lejos: «Es la quinta columna del españolismo más recalcitrante».