EL MUNDO 03/08/16
TEODORO LEÓN GROSS
ECHENIQUE se queja de la sucesión de «datitos» sobre su cuidador sin contrato y se defiende sosteniendo que «no lo tengo todo apuntadito». La infantilización del lenguaje para escamotear la escala adulta de la responsabilidad no escapa a los politólogos. En América Latina –esos «diminutivos perversos» de seducción detestados por Piedad Córdoba– pero también aquí. Es «la tentación de la inocencia» de Bruckner: Echenique ya no es el tipo que denunciaba airadamente «es una vergüenza que tengamos a cuidadoras sin pagarles la seguridad social»; ahora tira del diminutivo ¡y pelillos a la mar! Pero se trata de un diminutivo ético, por más que el núcleo irradiador de Podemos –con la pólvora bastante mojada, eso sí, de Iglesias con sus azotes a Monedero suspendido en la Universidad por sus asesorías fraudulentas– salga en su defensa como referente moral al grito de #TodosSomosEchenique. Ni siquiera sus trolls, agitando a la clientela con el recurso populista del victimismo, han logrado esta vez disminuir el eco de sus mentiras.