Juan Carlos Viloria-El Correo

  • La crisis de identidad impide a los ecologistas subirse a la ola verde que inunda Europa

En las elecciones municipales francesas del pasado 28 de junio el partido ecologista (Europe Ecologie-Les Verts) obtuvo un formidable respaldo que le permitirá gobernar hasta un total de veinte ciudades y dos millones de ciudadanos. Es un movimiento ya consolidado en Europa, que en las elecciones del año pasado consiguió casi el 14% de los votos, se colocó como tercera fuerza y superó con claridad al Partido Socialista. Los ecologistas europeos han roto ya el cordón umbilical con la izquierda y se han emancipado del Partido Socialista, a cuya sombra estuvieron décadas. Esa autonomía organizativa e ideológica les ha permitido ofrecerse como alternativa de gobierno.

Nada que ver con nuestros verdes ibéricos, que vienen arrastrando sus listas ofreciéndose a Izquierda Unida, luego a Podemos y finalmente a Más País (Errejón). Esa dependencia política de la izquierda radical, sus propias querellas internas que culminaron con la ruptura de Equo y la salida de su fundador López Uralde, son algunas de las razones de su jibarización como fuerza política. En las elecciones autonómicas vascas y gallegas donde se presentan como Equo su imagen aún está lastrada por la última crisis y un vacío de liderazgo absoluto. Eso les impedirá, con toda probabilidad, aprovechar una coyuntura histórica ideal para haberse hecho un hueco definitivamente en la política nacional: la catástrofe humana y medioambiental del vertedero de Zaldibar, las grandes movilizaciones de jóvenes que antes pasaban de política sensibilizados con el cambio climático, el desprestigio de las fuerzas políticas tradicionales, incluida Unidas Podemos, que apunta a un hundimiento importante, la propia angustia social por la aparición de la Covid-19…

Los ecologistas en Europa están convirtiéndose en voto refugio de los desencantados de la política tradicional y de los afectados por el catastrofismo ambiental. Pero nuestros Verdes están atrapados por la maquinaria de la izquierda y sus minúsculas luchas de poder. Eso ya les impidió presentar candidatura a las elecciones europeas confirmando que ese hueco verde en España todavía no tiene dueño. Para desconcertar aún más a su posible clientela que no tiene por qué provenir de la izquierda, sus programas hacen sobre todo hincapié en cuestiones sociales, feministas, RGI, inmigración… alejadas del estricto medio ambiente. La tendencia que está teniendo éxito en Europa pasa por apostar por un voto joven, transversal, ni ideológico ni obligadamente de izquierda sino realista y profesional. Una vez más dejarán pasar la ola verde.