- La unidad suele ser la excusa de los que tienen el poder para que los que aspiran a cambiar las cosas no se muevan
Edmundo Bal ha decidido dar un paso al frente para liderar Ciudadanos, renovarlo y dirigirlo hacia nuevos derroteros que hagan otra vez del partido naranja un instrumento útil para España. El de Edmundo Bal es, sin duda, un paso valiente, porque cualquiera no se presenta a pilotar una nave que se encuentra al borde del hundimiento y de la desaparición definitivos.
Edmundo Bal quiere que Ciudadanos deje de ser «el apéndice pequeño del PP», reivindica para sí el «centro liberal y progresista» y pretende «un partido que no se arroje a los brazos de nadie sino que ponga en valor sus principios y sus ideas». Edmundo Bal quiere un partido más independiente del PP y, por lo tanto, «capaz de pactar a derecha pero también a izquierda» cuando tal cosa sea posible y necesaria; ni muleta ni muletilla y, sin poder ser ahora alternativa, ejercer al menos de bisagra para que la gobernabilidad de España no dependa de quienes quieren romperla.
Hubo un tiempo en que pudo ser la alternativa al bipartidismo que padecíamos, pero Rivera optó por tratar de sustituir al PP y convertirse en el líder de la derecha, para lo que modificó su ideario e incluso su naturaleza: fue en aquella IV Asamblea de 2017 en la que se enterraron el socialismo democrático, el laicismo identitario, el centro izquierda y la socialdemocracia; y de aquellos polvos, estos lodos: o sea, los fracasos electorales, la salida de militantes y dirigentes, la irrelevancia mediática y la división interna. Lo que dice Edmundo Val suena bien; el problema es que a perro flaco todo son pulgas y la gente no vota para hacer justicia sino para que su partido gane las elecciones y le resuelvan los problemas.
Las primarias son un reclamo electoral pero una china en el zapato del poder partidario: siempre es así y tampoco sorprende
A Edmundo Bal lo acusan ahora de fracturar el partido y dividirlo; al parecer, las primarias son un reclamo electoral pero una china en el zapato del poder partidario: siempre es así y tampoco sorprende, la unidad suele ser la excusa de los que tienen el poder para que los que aspiran a cambiar las cosas no se muevan o pidan permiso antes de hacerlo. Además, él también promete unidad; y más le vale, porque una división podría significar la muerte definitiva del proyecto político.
La cuestión es si los ciudadanos verán al partido capaz de ocupar ese espacio del «centro liberal» que ahora Bal reclama, si no lo ocupa ya el PP y si los mismos dirigentes que trataron de sustituir al PP van a ser ahora su oposición progresista. Y, sobre todo, si los ciudadanos lo verán útil ahora, después de haberlo abandonado en todas las últimas elecciones. La cuestión es cómo conjugarlo todo y salir vencedor del partido definitivo.
Y, sobre todo, si los ciudadanos lo verán útil ahora, después de haberlo abandonado en todas las últimas elecciones. La cuestión es cómo conjugarlo todo y salir vencedor del partido definitivo
Inés Arrimadas reclama unidad «frente a la incertidumbre y la preocupación generadas» por su compañero Bal, con quien además reconoce haber discrepado respecto a determinadas cuestiones debatidas en el Congreso de los Diputados. Y añade que hay discrepancias ideológicas entre ellos: por resumirlo, él, más a la izquierda; ella, más a la derecha. Y ella quiere una dirección colegiada en la que ella sería la portavoz política. Y que Bal retire su candidatura y se incorpore a la «candidatura de unidad» para evitar «una batalla campal». Pero Bal quiere renovar el partido, que Inés dé un paso atrás y que sea ella quien se incorpore a su equipo, cosa que, tras la comparecencia de Arrimadas, queda descartada.
La sensación es de ruptura total entre ambos, así que las cosas quizás puedan complicarse más de lo que ya lo están. Sin embargo, moribundo como estaba Ciudadanos y sin perspectivas de ningún tipo, quizás sea el punto de inflexión que necesite para tratar de obrar un milagro. El problema es que los milagros no suelen cumplirse.