EL CORREO – 18/12/14
· Obama agradece el papel de Francisco en el camino hacia la normalización de las relaciones bilaterales con La Habana.
Diez presidentes estadounidenses, dos de Cuba, 54 años de embargo… Al final fue Barack Obama el que tuvo el valor de enfrentarse a la ira del exilio cubano para normalizar las relaciones con la isla, en la medida de lo posible, y terminar con una estrategia de aislamiento «que ha fracasado durante décadas». Lo hizo justo cuando todo el mundo le había tachado del juego del poder al día siguiente de perder las elecciones legislativas. El llamado ‘pato cojo’ no tardó en cambiar la vida de millones de hispanos con un paquete de medidas migratorias y ayer, las de millones de cubanos que se beneficiarán del restablecimiento del tráfico comercial y de viajeros no turísticos. El último reducto de la Guerra Fría llega a su fin.
En el año y medio de negociaciones que ha costado llegar a esa decisión, sólo un mandatario extranjero ha estado involucrado en ellas: el Papa Francisco, para el que tanto Obama como Raúl Castro tuvieron palabras de alabanza. «Su ejemplo moral nos muestra la importancia de seguir intentando que el mundo sea lo que tiene que ser, en lugar de simplemente conformarnos con el mundo como es», dijo Obama.
Fuentes de la Casa Blanca aseguraron que el presidente «siente una gran admiración» por el Pontífice, cuya intervención fue clave para trabar este acuerdo que afecta sólo a la aplicación del embargo, ya que levantarlo depende del Congreso. Las negociaciones con el Gobierno de Raúl Castro habían comenzado en junio de 2013 «por diferentes canales», explicaron. En diciembre, durante el funeral de Nelson Mandela, Obama estrechó la mano de Castro, para sorpresa del mundo, y más de uno entendió que tras bambalinas debía de estar ocurriendo algún tipo de acercamiento. No fue hasta «primavera» cuando empezaron las reuniones en Canadá.
Una señal desde Roma
El 27 de marzo, Obama visitó en el Vaticano a un Papa que, según dijo a ‘USA Today’ Stephen Schneck, de la Universidad Católica de America, tiene un gran entendimiento de la política exterior y un gran deseo de interceder para superar los conflictos. «Siempre ha visto la división entre EE UU y Cuba como una ruptura entre hermanos americanos», explicó. La Casa Blanca también reconoció que para Obama la elección del primer Papa latinoamericano fue una señal más de que la política hacia la isla estaba aislando a EE UU en el mundo y se interponía en el logro de otras metas. En octubre, la Asamblea General de la ONU votó por vez número 23 en favor de levantar el embargo por 188-2 (EE UU e Israel). En la próxima cumbre de las Américas, que se celebrará en abril en Panamá, Cuba volvía a ser obstáculo en el horizonte, ya que Raúl Castro está invitado.
«Cada vez que nos reuníamos en una de esas cumbres no podíamos avanzar nuestra agenda en el continente porque lo único que todo el mundo quería saber es cuándo íbamos a cambiar nuestra política hacia Cuba», confesó un alto asesor de Obama. «Estamos convencidos de que la normalización nos va ayudar a ejerce mayor influencia en el continente y a tener mejores relaciones con todos los países latinoamericanos». «Todos somos americanos», cerró ayer Obama su discurso.
Fue el Papa el que dio el empujón definitivo a las negociaciones cuando este verano envío una carta personal a los presidentes de EE UU y de Cuba, por separado, alentándoles a «resolver cuestiones humanitarias de interés común, como la situación de algunos detenidos», reconoció el Vaticano al congratularse del resultado. Una iniciativa «extremadamente rara», confesó la fuente de la Casa Blanca, que conmovió a Obama. «No hemos recibido del Papa ninguna otra carta personal sobre ningún otro tema».
En ella Francisco intercedía por la liberación de Alan Gross, que trabajaba con el programa USA Aid del Departamento de Estado y fue acusado de introducir teléfonos satélite y material informático para equipar a comunidades judías de la isla. Su mujer y grupos religiosos trabajaron incansablemente por su liberación. La salud de Gross se había deteriorado en los cinco años que llevaba en prisión, pero Washington se negaba a canjearlo por espías cubanos detenidos en EE UU porque rechaza que ese fuera el cometido de Gross cuando fue arrestado en el aeropuerto de La Habana.
A finales de octubre el Vaticano auspició en Roma un encuentro entre los negociadores de ambos gobiernos en el que se acordó que la liberación de los tres cubanos del grupo de ‘Los Cinco’ que quedaban encarcelados en Florida sería un intercambio por otro «alto operativo de Inteligencia» estadounidense, de identidad secreta, recluido en Cuba desde hacía 20 años. El mismo que ayudó a desarticular la llamada ‘Red Avispa’ a la que pertenecía el grupo de ‘Los Cinco’. La liberación de Gross sería un acto unilateral de Cuba «por razones humanitarias».
Congreso republicano
Obama aseguró ayer que «hacía tiempo» que estaba dispuesto a normalizar las relaciones con Cuba, pero que el encarcelamiento de Gross había sido «un obstáculo mayor». Con su regreso y el intercambio de prisioneros, el mandatario dijo haber dado órdenes a su canciller, John Kerry, para que empiece a negociar «de inmediato» la reapertura de la Embajada en La Habana, cerrada en 1961, así como el restablecimiento de las visitas oficiales. «Estoy deseando ser el primer secretario de Estado en visitar Cuba en 60 años», dijo Kerry entusiasmado.
No va a ser «‘fásil’», como dijo Obama con acento cubano recordando la queja del día a día en la isla. El senador Marco Rubio, que será el nuevo presidente del Comité de Asuntos Exteriores del Congreso en enero, estalló de ira al conocer la noticia, calificando a Obama como «el peor negociador de la historia» desde Jimmy Carter por «haber concedido todo para ganar nada». Rubio, republicano descendiente de cubanos con aspiraciones presidenciales, cree que EE UU ha perdido con esta decisión toda la influencia que podía tener para lograr un cambio democrático en Cuba. «Van a ser dos años muy interesantes viendo cómo intenta designar a un embajador o que le aprueben un presupuesto para la Embajada», desafió al presidente.
El Congreso, que pronto estará en manos de la oposición y del que depende el levantamiento oficial del embargo, ha prometido cobrarle a Obama cada uno de los agravios que le propine mediante órdenes ejecutivas, bajo amenaza de ‘impeachment’. «A pesar de que llevo cinco años encerrado en aislamiento», dijo Gross en apoyo del presidente, «no me cambiaría por él, y menos hoy».
EL CORREO – 18/12/14