EEUU y el nuevo (des)orden mundial

TEODORO LEÓN GROSS – EL MUNDO – 21/01/17

Teodoro León Gross
Teodoro León Gross

· Algunos historiadores identifican el siglo XVI con España, el siglo XVIII con Francia tras el relevo de la Guerra de los Treinta Años en el XVII, el siglo XIX con la Inglaterra del Imperio Victoriano y el siglo XX con Estados Unidos. Este comenzó en 1918, cuando decidió actuar en su condición real pero contenida de gran potencia para liquidar una guerra que los aliados no podían resolver, como tampoco lo hubieran hecho Gran Bretaña y Rusia en 1945; y en la victoria EEUU exhibió una generosidad sin precedentes hacia los derrotados, Alemania y Japón, socios en la construcción del nuevo Orden Mundial. Hay quien ve en la Presidencia de Trump, quizá exageradamente pero no sin fundamento, el final no de EEUU como potencia pero sí de esa autoridad. Is the American Century Over? La pregunta de Joseph Nye tiene sentido. El nuevo European elegía ayer para su portada el Monte Rushmore con los presidentes Washington, Jefferson, Roosevelt y Lincoln tapándose los ojos, la boca y los oídos, como los monos sabios.

Estados Unidos, como todas las potencias, ha experimentado una mutación a lo largo del tiempo. John Lukacs contaba bien en su Historia Mínima del Siglo XX cómo el país que en los años veinte se convirtió en el espejo de la modernidad –«la primera (y quizá única) década moderna»– dictando desde NY modas y cánones culturales de la arquitectura a la literatura o la música, hasta transformarse en los cincuenta poniendo bajo sospecha la etiqueta liberal, antes un orgullo nacional, para pasarse al conservadurismo con una caza de brujas en la que anticomunismo era sinónimo de nacionalismo. Desde entonces, los felices sesenta, las crisis de los setenta, la reacción patriótica con Reagan, la revolución digital, el 11-S… hasta Trump y su «Estados Unidos primero» con una peineta global.

Esta semana coincide el Inauguration Day con el Foro de Davos, cuyo lema es Liderazgo Responsable y Receptivo. Resulta una ironía en la transición del presidente más culto, preparado y elegante de la época hegemónica (sí, más que Kennedy, que abusó de su punto pijo), al presidente más patán.

En todo caso, el lema de Davos sobre el sentido y sensibilidad del liderazgo parece diseñado para poner el foco en el fenómeno Trump y el populismo emergente que penetra en los partidos clásicos con el mensaje antistablishment –ayer afloró: «Hoy traspasamos el poder no de un partido a otro, sino de Washington a vosotros, el pueblo»– y fórmulas proteccionistas. También los tories en Gran Bretaña. Pero el histrionismo de Trump distrae cada vez menos sobre el perfil de su Administración, examinada en los senate hearings, bajo el control del ala radical del Partido Republicano.

La Presidencia de Trump no va a desencadenar mañana plagas catastróficas, como Obama no tenía la hoja de ruta a la tierra prometida. La veneración de entonces era tan infundada como el fatalismo apocalíptico ahora. Pero es seguro que Trump va a marcar una etapa peligrosamente nacionalista que impactará en la economía y tendrá choques con China, «nuestro enemigo», que ya ha replicado apelando a la trampa de Tucídides sobre el choque de potencias; deshará el acuerdo con Irán y se retrocederá en Oriente Medio; cuestionará el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, marcando a Canadá y peleando con México, hasta levantar un muro incluso real que se dirige a toda América Latina; ni siquiera Europa. El mundo multipartner, asumido por Obama y Clinton, apunta a un nuevo (des)orden mundial.

TEODORO LEÓN GROSS – EL MUNDO – 21/01/17