ANTONIO CASADO-EL CONFIDENCIAL

El presidente gallego ya es primera figura del constitucionalismo, mientras la hegemonía ‘abertzale’ cursa como espada de Damocles sobre el Gobierno central

Las elecciones del domingo pasado proyectan dos alargadas sombras sobre la política nacional. De la procedente de Euskadi debe tomar buena nota el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, como parte interesada en tener de su parte a un PNV insaciable en sus reclamaciones competenciales. Es el efecto Bildu. La que viene de Galicia puede convertirse en una pesadilla para el liderazgo de Pablo Casado al frente del principal partido de la oposición. Es el efecto Feijóo.

Me explico:

Por un lado, el rebrote nacionalista en el País Vasco, con forma de espada de Damocles. La matemática ya no es un obstáculo para la formación de un Gobierno nacionalista eventualmente dispuesto a la confrontación con el Estado. No digo que vaya a ocurrir. Digo que la amenaza está disponible para el ‘abertzalismo’ —de derechas y de izquierdas— y que hemos de convivir con ella. Si no como chantaje, sí como elemento que mejora la capacidad de seguir condicionando al Gobierno del Estado.

La matemática ya no es obstáculo para la formación de un Gobierno nacionalista eventualmente dispuesto a la confrontación con el Estado

Por otro lado, la consolidación de Núñez Feijóo como primera figura del constitucionalismo, teórica y eventualmente disponible, llegado el caso, para hacer en toda España lo que hizo en Galicia: frenar al nacionalismo y aglutinar en una sola fuerza política el espectro abarcable desde el centro hacia la derecha, que en el resto de España se expresa a través de cuatro ofertas diferenciadas (PP, Cs, Vox y partidos regionalistas).

La potencia negociadora del PNV frente al Gobierno central se dispara tras las elecciones del 12 de julio. El ‘abertzalismo’ (PNV y Bildu) ya coloniza el 67% del electorado vasco, con una mayoría absolutísima de 53 diputados en un hemiciclo de 75.

Hoy por hoy, felices de seguir gobernando con los socialistas y escarmentados en cabeza ajena, los dirigentes del PNV abominan del ‘procés’ catalán y ni por lo más remoto acarician sueños envenenados. Pero el formidable salto del ‘abertzalismo’ en las elecciones del domingo pasado puede convertirse en un excelente argumento en manos del PNV en su irresistible avance hacia la Euskadi libre de españolismo en régimen de partido único y sin pasar por el banquillo, la cárcel o la huida.

¿Podría Feijóo hacer en el resto de España lo que ha hecho en Galicia? Muchos se lo preguntarán a modo de pedrada política contra Pablo Casado

El efecto Feijóo interpela directamente al líder del principal partido de la oposición: “Los barones del PP piden a Casado que adopte el modelo Feijóo”, rezan los titulares, en implícita alusión al contraste con el fallido modelo Iturgaiz, que fue la derechizante apuesta personal de Casado en el País Vasco, a despecho del moderado Alfonso Alonso, buen amigo del líder gallego y los barones sedientos de centrismo, que reclaman la galleguización del partido (Bonilla y Mañueco, básicamente).

Si Feijóo lo ha hecho en Galicia (ser el principal baluarte frente al nacionalismo periférico), dejando en la irrelevancia el gesticulante antinacionalismo de Cs y Vox, ¿por qué no podría hacerlo en el resto de España? Ya verán ustedes cómo los finos analistas caerán en la tentación de hacerse esta pregunta a modo de pedrada contra Casado. Puede convertirse en una pesadilla para su liderazgo si no gestiona bien el efecto Feijóo, que ya planeó en el proceso sucesorio tras la caída de Rajoy.