ETA sabe que sus movimientos son conocidos con antelación por la Policía, y que gentes que han apoyado la violencia están hoy en fase de retirada. Las sinceras afirmaciones de Otegi, soviéticamente corregidas luego, reflejan el estado de ánimo de un cualificado grupo de políticos ‘abertzales’ que están recorriendo ahora la travesía que antes hicieron otros.
El último sartenazo policial a la banda terrorista ETA confirma el cualificado nivel de información que nuestra policía tiene sobre los pistoleros, refleja que éstos siguen intentando matar y se produce en medio de un debate en el que surgen voces dentro del mundo ‘abertzale’ dispuestas a cerrar la barraca violenta. Como ha dicho el ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, los terroristas deben saber que si van a un zulo «nos encontrarán» (a los policías), lo que significa que no sólo es evidente que la banda está trufada por la Policía, es que el propio ministro quiere que eso lo sepan los criminales. El pasado 28 de diciembre, Rubalcaba anunció que podíamos estar en vísperas de un secuestro o de un atentado de envergadura. Este anuncio público fue criticado por algunos, pero al paso que ocurren los hechos se reviste de más sentido y eficacia: se trataba de mover o paralizar a los terroristas ante la evidencia de que desde sus filas fluye información que llega a la Policía española.
Convencidos como están los criminales de que el terrorismo es propaganda, pretenden utilizar la presidencia española de la UE para que sus eventuales actos criminales tengan mayor repercusión. Por ahora no lo han logrado, lo que no implica que no puedan conseguirlo en algún momento. De manera que la banda terrorista sabe que sus movimientos son conocidos con antelación por la Policía y sabe también que gentes que hasta ayer han apoyado la violencia hoy están en fase de clara retirada. Las sinceras afirmaciones de Arnaldo Otegi -apoyar la violencia es de locos o de gente que trabaja para el enemigo-, soviéticamente corregidas luego, reflejan el estado de ánimo de un cualificado grupo de políticos ‘abertzales’ que están recorriendo ahora la travesía que antes hicieron otros.
Este desenganche de la violencia por parte de algunos se produce cuando desde el Ministerio del Interior se repite machaconamente el mismo mensaje -o bombas, o política-, que al parecer cuaja como la nieve en sectores de la izquierda ‘abertzale’. Sea cual fuere el nivel de disidencia interna, lo innegable es que en los últimos meses la información que viene de la banda habla de la detención de sus integrantes y de la captura de los criminales en el momento ideal: antes de que cometan el atentado. Habla también de cualificación policial y de indiferencia ciudadana respecto a esos mismos criminales. La querencia de la banda terrorista por multiplicar su actividad en etapas de protagonismo español se saldó en 1992 -Juegos Olímpicos de Barcelona, Expo de Sevilla, capital cultural de Madrid- con la detención de la dirección de la banda en Bidart, principio del fin de la organización terrorista. Ojalá ahora ocurra algo parecido.
José María Calleja, EL CORREO, 12/1/2010