Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 2/12/11
El calendario electoral ha acompañado, con cierta incomodidad, el actual proceso de renovación interna del PNV, que concluirá el próximo mes de enero. Los deficientes resultados de este partido en Gipuzkoa y Álava, precisamente los dos territorios más contestatarios a la línea que defiende Iñigo Urkullu, han abonado las tensiones internas. Con los datos del 20-N en la mano, tras perder un diputado en suelo guipuzcoano y convertirse en cuarta fuerza en territorio alavés, el presidente del EBB no tardó un segundo en pedir explicaciones en público, instando a recuperar el terreno perdido. En el fondo, su crítica tenía un componente de mayor calado. De un lado, la propia reprimenda que escoció sin duda a los destinatarios, pero, sobre todo, Urkullu quería evidenciar una realidad electoral muy clara: mientras Bizkaia apuntaló el éxito de sus tres diputados abundando en el mensaje de un partido capaz de defender los intereses de Euskadi sin olvidar su aspiración nacionalista, en Álava y en Gipuzkoa el PNV había antepuesto el mensaje soberanista a la capacidad de gestión.
Pero las diferencias entre el núcleo duro del EBB en manos de Bizkaia con sus compañeros de Álava y Gipuzkoa no son nuevas, hay un mar de fondo que se traslada a la afiliación. De hecho, los principales quebraderos de cabeza para Urkullu vienen, por ejemplo, de los casos de supuesta corrupción y de espionaje de afiliados alaveses que ya han llegado a los juzgados. En Gipuzkoa, el problema radica en la ruptura interna donde una mayoría sigue a Joseba Egibar y una minoría, hasta ahora silenciosa y más presente en la prensa que en la vida interna del partido, exige, como mínimo, un ejercicio de autocrítica por la trayectoria descendente a la que asiste.
Sin embargo, Egibar ha preferido dar un paso al frente y que se note. Así, ante la posibilidad real de que Urkullu pudiera plantear un cambio en las reglas del partido para acabar con la bicefalia que le permitiera compatibilizar su cargo de presidente del PNV y de candidato a lehendakari, Egibar ha atajado con rapidez advirtiendo de que ese tipo de pretensiones llevan el partido a la escisión como ya ocurrió cuando lo intentó Carlos Garaikoetxea.
Por si fuera poco, el PNV de Gipuzkoa no se ha escondido para testimoniar que no quiere a dirigentes de Bizkaia en el futuro EBB, que será elegido en enero. A tal punto llega su malestar que sus únicos candidatos a los ocho puestos son seis guipuzcoanos y dos alaveses. Con este intencionado gesto, además, rompe con una regla no escrita en el partido. Urkullu ya sabe dónde tiene un problema.
Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 2/12/11