LIBERTAD DIGITAL 08/11/16
CAYETANO GONZÁLEZ
· Egibar volvió a dejar claro que eso de derrotar a los terroristas es una cosa excesivamente radical, propia de los extremismos.
Es algo que no puede evitar, porque lo lleva en los genes. La valoración que hizo Joseba Egibar, portavoz del PNV en el Parlamento vasco y presidente de su partido en Guipúzcoa, de la detención del número uno de ETA, Mikel Irastorza, es un fiel reflejo de lo que ha sido su posición respecto a la banda terrorista en todos estos años. En lugar de alegrarse, Egibar lamentó que, cinco años después del denominado «cese definitivo de la violencia», el Gobierno de la Nación siga instalado en la posición victoria-derrota en lo relacionado con ETA.
Es decir, que Egibar volvía a dejar claro que eso de derrotar a los terroristas es una cosa excesivamente radical, propia de los extremismos, y que en la fase en la que se encuentra ETA lo de seguir deteniendo a sus miembros parece como que no tiene mucho sentido.
No haría falta que Egibar fuera tan explícito a la hora de dar a conocer sus opiniones sobre esta materia, porque de sobra son conocidas, y además hay precedentes. En julio de 1997, a los pocos días de que la Guardia Civil liberara en una brillante operación a José Antonio Ortega Lara, Egibar cometió la bajeza moral de decir que el funcionario de prisiones, que permaneció secuestrado por ETA 532 días en un inmundo agujero construido en el subsuelo de una nave industrial de Mondragón, tenía «alguna función añadida» a su labor propia de funcionario en la cárcel de Logroño. Todo el mundo entendió entonces que el dirigente del PNV estaba insinuando algo que en el fondo podría explicar, ¿o justificar tal vez?, por qué Ortega Lara hubiera sido secuestrado por ETA.
Egibar da perfectamente el perfil del dirigente del PNV que durante muchos años, con sus hechos y sus palabras, ha demostrado mucha más cercanía a los verdugos que a las víctimas. Egibar forma parte de ese PNV que nunca apoyó ninguna de las medidas que desde el Estado de Derecho se han ido tomando a lo largo de los años para combatir a ETA y que han conseguido acabar, al menos en el terreno operativo, con la banda terrorista. Y cuando en su partido surgió, a comienzos de la década de los 90, alguien como el entonces consejero de Interior, Juan María Atutxa, que se posicionó claramente desde su cargo institucional y al frente de la Policía autonómica contra ETA, Egibar se sintió incómodo.
Pero, mal que le pese a este dirigente del PNV, la Guardia Civil ha seguido haciendo muy bien su trabajo, lo que ha llevado a esta nueva detención de un cabecilla etarra, que se materializó, y uno piensa que no es casualidad, cuando no habían pasado ni veinticuatro horas de la toma de posesión del nuevo ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido. De alguna manera, fue un regalo de bienvenida al nuevo responsable de la cartera ministerial que durante tantos años ha tenido como prioridad absoluta la lucha contra ETA.
Todas las operaciones policiales llevadas a cabo en Francia contra la banda terrorista desde finales de la década de los 80 han sido fruto de la labor de información, investigación y seguimiento de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, fundamentalmente de la Guardia Civil. Llegó un momento en que el compromiso de Francia con España en la lucha antiterrorista se tradujo en permitir ese trabajo de información de nuestros cuerpos policiales en suelo francés. Eso sí, las detenciones eran siempre ejecutadas por policías galos, para no cometer ilegalidades.
Por eso, mal que le pese a Egibar, cobran de nuevo actualidad esas palabras que el exmiembro de ETA pm, luego reconvertido a la democracia y que acabó militando en Euskadiko Ezkerra y en el PSE, Mario Onaindía, dijo años antes de fallecer: «Menos mal que en la lucha antiterrorista nos queda la Guardia Civil».