EL CORREO 24/11/14
· La izquierda abertzale sugiere la posibilidad de pactar con el partido de Iglesias tras su auge en los sondeos vasco y navarro
La izquierda abertzale ha comenzado a reconocer este fin de semana que quizá ya no es sólo suyo el monopolio sobre los jóvenes vascos que quieren la revolución. Las colosales previsiones de intención de voto que los sondeos otorgan a Podemos han obligado estos dos días a diferentes dirigentes de la coalición a modificar su tradicional discurso preelectoral –el derbi clásico EH Bildu versus PNV– para introducir un tercer rival, pero con tono amigable; una actitud que parece destinada a preparar el terreno para la consolidación de un espacio fuerte de izquierdas en Euskadi, que contrasta con la que, por ejemplo, utiliza el PSOE y su franquicia vasca, empeñados en marcar una radical distancia con las propuestas de Pablo Iglesias (el de Podemos).
Resulta significativo que en la presentación de su candidatura a diputado general de Gipuzkoa, Xabier Olano reservara ayer un párrafo a decir que «no descarta absolutamente nada» en relación a alcanzar un acuerdo con Podemos en caso de que éste decidiera concurrir a las elecciones locales y forales de mayo. Es posible que tuviera en mente un sondeo publicado también ayer por ‘Gara’, en el que el rotativo da carta de naturaleza a la irrupción de esta formación en el escenario político guipuzcoano, siempre, claro está, que fuera a las urnas en primavera.
Aunque la encuesta pronostica que la coalición abertzale volverá a liderar el territorio y afianzará su poder en San Sebastián, avisa que perdería un 5% de votos en la provincia –fruto del desgaste hecho por la oposición al equipo de Martin Garitano en esta legislatura, añade–, que irían a parar a Podemos. La prospección le sitúa como cuarta fuerza –por detrás de EH Bildu, el PNV y el PSE–, con un 13,3% de intención de voto, suficiente para cogobernar las Juntas Generales con la coalición abertzale con una mayoría absoluta.
«En principio, siempre que haya coincidencias programáticas, y cabe esperar que sí las haya, no descartamos absolutamente nada», reiteró Olano en San Sebastián, haciendo uso de una retórica casi calcalda a la del presidente de Sortu, Hasier Arraiz, en una entrevista en ‘El Diario Vasco’. Sortu ve «con cierta ilusión y optimismo la irrupción de una fuerza rupturista en el panorama estatal», con la que podría «hablar de espacios futuros de colaboración» si Podemos «se atiene a lo que ha dicho respecto al derecho a decidir o el modelo económico y social», sugirió Arraiz.
El rival en casa
La cuestión es que ya no sólo el CIS, que al fin y al cabo es un ‘barómetro’ de carácter nacional, apunta a que el partido de Pablo Iglesias sería hoy el más elegido según el voto directo (encuesta de octubre) y el tercero en el Congreso en función del voto ponderado. El asunto es que los sondeos hechos en casa también certifican esa tendencia. Y es ahí donde la izquierda abertzale percibe que la izquierda más a la izquierda ya no está sola en el País Vasco. Y, sobre todo, que ya no se moviliza exclusivamente por el factor independentista, sino que le empuja el componente social.
El ‘Euskobarómetro’ de julio le concedía a Podemos un escaño en el Parlamento autónomo con un 4,5% de votos –el resultado se quedaría corto, ya que las encuestas se hicieron antes de las elecciones europeas, donde obtuvo el 6,9% de apoyos– y el ‘Navarrómetro’ terminó por convertir el auge en un huracán. Este estudio, conocido el viernes, le pronostica 18 escaños en la comunidad foral –primera fuerza–, seguido de EH Bildu, con 11, mientras UPN se desplomaría hasta los 8 representantes. Datos que han llevado al aspirante a la presidencia del Gobierno foral por EH Bildu, Adolfo Araiz, a mostrar este fin de semana también su disposición a pactar con el nuevo partido un «cambio político» en Navarra. Araiz, no obstante, destaca la paradoja de que se trate de una «fuerza emergente» en la región cuando «en estos momentos no tiene líder» ni «programa».
Evidentemente, todos los cálculos pertenecen al terreno de la teoría hasta que la formación de Pablo Iglesias mueva pieza. La izquierda abertzale está a la expectativa de sus debates internos, de saber si definitivamente Podemos opta por presentarse solo a las elecciones generales o lo hace además a las municipales y forales. De momento, es la hipótesis menos probable dadas las dificultades para confeccionar múltiples listas de confianza en un tiempo tan corto. Luego, quedaría por conocer sus programas. Y negociar. Podemos ha dejado claro que no basará ningún pacto en la suma de escaños. Aunque en política es donde cobra todo su realce la patada al viejo adagio «de este agua no beberé».
A priori, Sortu, como dijo ayer Arraiz, cree que los dos partidos muestran coincidencias en materia económica, social y en el derecho a decidir. Sin embargo, en este caso la izquierda abertzale está acostumbrada a manejarse en la dualidad entre el blanco y el negro mientras Podemos se aloja en una zona de grises. Iglesias ha declarado su apoyo al derecho a decidir de los catalanes y, en junio, su partido se adhirió a la cadena humana organizada por Gure Esku Dago en el País Vasco a favor del mismo concepto. Pero durante la reunión que mantuvieron con los convocantes, hubo un matiz que define ese modo de operar. «Apoyamos el derecho a decidir, pero si los vascos deciden quedarse en España, esperamos que vosotros respetéis su decisión», les vinieron a precisar a los líderes abertzales.
Lo que sí se antoja meridianamente claro a partir de las encuestas es la existencia de una franja sensible de votantes –de todas las edades, pero con preponderancia de jóvenes– que la izquierda abertzale deberá ver cómo gestiona en el futuro, cuyo eje motriz no es el derecho a decidir; es un hondo malestar con los recortes, la desigualdad social, las políticas económicas y laborales del Gobierno (y no sólo el central) y el sistema de bipartidismo, que vinculan con la corrupción.
Cuestión a estudio es que, «sin tener programa», como recordó Araiz, Podemos protagonice el sondeo navarro. E influya tanto en los vascos. Quizá todo radique en que muchos de los entrevistados en las encuestas se identifican con el Pablo Iglesias que canta ‘Cuervo ingenuo’ con Javier Krahe, antes que con una izquierda enrocada en su independentismo. Más, en una Euskadi donde no existe la sensación de que la crisis económica proceda del «España nos roba» del soberanismo catalán.