EL CORREO – 27/07/14
· La plataforma de Pablo Iglesias puede convertirse de carambola en el gran aliado del PP para mantener la alcaldía de la capital vasca.
Podemos, la plataforma liderada por Pablo Iglesias, es desde su debut en las elecciones europeas del pasado 25 de mayo el gran adversario político del PSOE y de Izquierda Unida. Nada extraño si tenemos en cuenta que el grueso del 1.245.000 españoles que respaldaron a la nueva formación fueron antiguos votantes socialistas, parte de los cuales hubieran recalado en la coalición de izquierdas que lidera Cayo Lara de no haber mediado la aparición de este grupo.
Pero Podemos, que como desvelaba este periódico el pasado lunes ha triplicado sus colaboradores (la figura del afiliado no existe) en Euskadi en los dos meses escasos que han transcurrido desde los comicios al Parlamento Europeo, también inquieta a los estados mayores de otras formaciones. De una manera singular al de EH Bildu.
La coalición que lidera Sortu esperaba, y todavía confía, en que las elecciones municipales de 2015 signifiquen su consolidación en Gipuzkoa y señalen un ligero repunte en Bizkaia, el territorio que se ha mostrado hasta ahora más renuente a su oferta política. Pero, sobre todo, se veía con fuerzas para convertirse en la gran sorpresa en Álava, y en especial en su capital, Vitoria.
EH Bildu ha desarrollado en los últimos años una política inteligente en la capital de Euskadi. Consciente de que se trata del territorio y de la capital menos nacionalista y que en menor medida simpatiza con las tesis secesionistas, los abertzales se han movido en general por senderos de moderación y escasas estridencias.
La coalición de la izquierda abertzale no dudó en abrir la legislatura formalizando importantes acuerdos de ciudad con el gobierno municipal del popular Javier Maroto, como mejor antídoto para combatir un perfil marcado por el apoyo activo en el pasado de muchos de los suyos al terrorismo de ETA. Los conservadores –cuyos coqueteos con los herederos de Batasuna causaron profunda desazón en amplios sectores del PP vasco– pronto cambiaron de socio y volvieron su mirada hacia el PNV.
Aun así EH Bildu no se ha separado de la senda que se había trazado. Ha insistido en un discurso de corte progresista y ecologista bastante alejado del radicalismo independentista en el que se mueven otros cargos públicos abertzales, especialmente en Gipuzkoa, como el diputado general del territorio.
Hace meses que Sabin Etxea temía que esta estrategia rindiera frutos a su gran adversario por la hegemonía nacionalista. El 25-M se confirmaron los peores temores jeltzales. EH Bildu estuvo a punto de ganar en Vitoria; se quedó a solo 72 votos del PP, que aguantó gracias al evidente tirón del joven alcalde Javier Maroto, pese al tremendo varapalo que recibieron los conservadores en toda España . El partido de Ortuzar apenas pudo ser cuarto.
En total, los conservadores se impusieron en 7 distritos de la capital de Euskadi, entre ellos los más acomodados. Pero es que EH Bildu logró ser la fuerza más votada en dos más, en 9. En la relación figuran el Casco Medieval y los nuevos barrios del extrarradio, los más densamente poblados de la ciudad.
Un balance más que satisfactorio para la izquierda abertzale, que la irrupción de Podemos enturbió parcialmente. Y es que el partido de Pablo Iglesias fue la quinta fuerza más votada, como en Bilbao o en Donostia. Pero en Vitoria rozó la barrera del 10% de los votos, frente al 8% de la capital guipuzcoana y al 7% de la vizcaína.
No solo. El ciclón Podemos logró auparse hasta el segundo lugar en los dos barrios jóvenes de Vitoria, en Salburua y en Zabalgana, que figuran entre los más poblados y en los que habitan parejas jóvenes especialmente sacudidas por el paro y la precariedad derivadas de la crisis y la última reforma laboral. En el otro gran barrio del extrarradio, Lakua, los de Iglesias fueron terceros tras PSE y EH Bildu.
Las incógnitas
La gran incógnita política es hasta dónde llegará el fenómeno Podemos en los comicios locales que se celebrarán dentro de solo diez meses. Sobre todo ahora que el electorado sabe que respaldar a la plataforma no es sinónimo de tirar el voto a la basura sino que contará para el reparto de concejales. Los socialistas e IU, pero también la coalición de la izquierda abertzale, siguen con prevención sus pasos.
La otra interrogante sin resolver es si el PP de Rajoy seguirá adelante con su plan de cambiar la ley electoral para convertir en alcaldes a los cabezas de la lista más votada, pese a que ningún otro partido le respalda. El proyecto tiene un único objetivo: conservar el grueso de su poder local actual y evitar verse desplazados de los sillones de mando por eventuales alianzas entre las fuerzas progresistas.
Pero, de materializarse, el cambio legal podría tener efectos colaterales indeseados por sus propios promotores en Euskadi y en Cataluña. En ambas comunidades en favor de las dos formaciones independentistas de izquierdas: EH Bildu y los republicanos de ERC.
En Vitoria, paradójicamente, Podemos podría convertirse en el gran aliado de Maroto si logra meter la cuchara en ese segmento del electorado que podría inclinarse por respaldar a la izquierda abertzale como voto de castigo a los partidos del sistema. Siempre, claro, que la recuperación económica y el tirón personal del regidor popular logren aminorar el voto de castigo que se prevé contra el PP por los recortes y el empobrecimiento que ha experimentado estos años buen a parte de la sociedad española.
EL CORREO – 27/07/14