Jesús Mª Zuloaga, LA RAZÓN, 10/5/12
Muy felices se las prometían los de ETA y su entramado cuando pactaron, durante la anterior legislatura, el llamado «proceso» con socialistas y nacionalistas. Pronto volverían a la realidad. Rajoy, en el acto de su investidura, se desvinculó de cualquier compromiso. El lunes lo reiteró en la entrevista con Carlos Herrera, en Onda Cero. La decisión del Tribunal Constitucional sobre la «doctrina Parot» ha supuesto un auténtico mazazo para los malos. Los «verificadores» se marcharon de España con el rabo entre las piernas, aunque siguen con sus enredos. Ayer se conoció la sentencia del Tribunal Supremo sobre Otegi y compañía. El «proceso» hace aguas. Todo lo que ocurre, y pueda ocurrir en el futuro, es consecuencia del irresponsable pacto antes citado, que permitió la legalización de Bildu y que no fue más allá por la victoria del PP. ¿Y ahora, qué? ¿Va a permitir la banda que su brazo político haga y deshaga ante la falta de avances? ETA, como ha demostrado a lo largo de su siniestra historia, no acepta excusas de mal pagador (y esto también va por Batasuna, que le pidió el alto el fuego y el cese armado porque, según ellos, todo estaba pactado para avanzar hacia la independencia por las «vías políticas»). Otegi, confiando en que el «proceso» le exoneraría de responsabilidades penales, se equivocó. Se queda sin moqueta, y entre rejas, como otros 600, entre los que la noticia de su condena (al menos en los del núcleo duro) habrá sido acogida con indisimulada satisfacción. «O todos, o ninguno». Demasiados errores de cálculo para que la suma final salga bien.
Jesús Mª Zuloaga, LA RAZÓN, 10/5/12