JOSÉ MARÍA CARRASCAL – ABC – 02/05/16
· A los españoles nos cuesta mucho reconocer que nos hemos equivocado.
¿Se imaginan ustedes qué estarían diciendo los analistas si, en vez de Rajoy, hubiese sido Sánchez el que hubiera aguantado estólido durante cuatro meses la soledad, los ataques, insultos, burlas, desprecio del entero establishment político, para terminar ganándole el pulso? No sé sí evocarían a Numancia y Sagunto, pero a Churchill bajo la la blitzkrieg nazi , seguro. Claro que es Rajoy y hay que seguir con la matraca del dontancredismo, pues a tercos no hay quien nos gane. Así que olvídense de encuestas, editoriales, tertulias, y aténganse al sentido común, que parece hemos olvidado. Es la única forma de tener una idea de los que puede pasar el último domingo de junio.
Y lo primero que encontramos es que, aunque actores y programas sean los mismos, ha cambiado el verdadero protagonista: el electorado. Los españoles fueron a votar el 20-D por dos motivos principales: los efectos de una crisis bestial, que había rebajado su nivel económico, dejando sin trabajo a bastantes, y por la indignación que les produjo enterarse que, al mismo tiempo, numerosos individuos próximos al poder se habían enriquecido obscenamente.
Sin distinción entre partidos políticos y estamentos sociales, desde los sindicatos a la Casa Real. Fue aquél, por tanto, un voto de protesta, de rabia, de indignación, lo que explica el castigo a los partidos tradicionales y el éxito de los emergentes. Lo que dificultó la formación de gobierno.
Han pasado cuatro meses desde entonces y aunque los políticos siguen donde estaban, los españoles saben bastante más. Por lo pronto, que los partidos emergentes tienen el mismo objetivo que los tradicionales: el poder, incluso personal, de ahí los vetos que se cruzaron. Y aunque los nuevos no están implicados en escándalos de corrupción, fue por no haber tenido tiempo, pues algunos casos sí que han tenido. O sea, cuidado con ellos. No significa que vaya a haber un vuelco electoral.
A los españoles nos cuesta mucho reconocer que nos hemos equivocado, incluso ante nosotros mismos. Pero que cierto número se quedarán en casa como protesta por el vaudeville que hemos presenciado, es muy posible. ¿Quiénes van a quedarse? Pues los perdedores del mismo. Los que han visto a Superman Pedro Sánchez estrellarse una y otra vez contra la realidad como cualquier mortal. Los que rechazan los ego-trips o alardes de egolatría de Pablo Iglesias. Los que empiezan a ver a Albert Rivera no como un centrista, sino como alguien que se vende al mejor postor.
Mientras los que votaron a Rajoy sienten la satisfacción de verle donde estaba, pese a tener a todos en contra. Incluso la amenaza de frenazo económico le favorece, ante el temor de perder lo que se tiene. ¿Significa que se repetirán los resultados? Tampoco. Pero los cambios en las otras formaciones alterarán el escenario. Sobre todo, si el ánimo del electorado ya no es el de rabia, cabreo, sino el de cansancio, precaución. Algo que no detectan las encuestas ni, desde luego, la mayoría de nuestros políticos, tradicionales y novatos, más parecidos de lo que aparentan.
JOSÉ MARÍA CARRASCAL – ABC – 02/05/16