José Antonio Zarzalejos-El Confidencial
Los tres partidos regalaron a Sánchez un cartel electoral que le servirá para evitar la gran baza de las derechas: la desmovilización de la izquierda. «Si tu no vas, ellos vuelven»: el eslogan de la izquierda
Si PP, Cs y Vox sospechan que su concentración en la plaza de Colón el pasado domingo ha influido en la convocatoria de elecciones, se equivocan. Sánchez no ha tenido más remedio que disolver las Cámaras (lo hará el día 5 de marzo) por sus propios errores tácticos y estratégicos —reiteradamente explicados—, por la naturaleza desleal del independentismo y por las suspicacias profundas que su figura y su gestión suscitan en muy amplios sectores del PSOE de los que dará buena cuenta en la elaboración de las listas para los próximos comicios. A Sánchez no le gusta una parte de su partido y lo va a refundar.
Las tres derechas cometieron el pasado domingo un error estratégico al reaccionar a la manera tradicional. Se comportaron ‘pavlovianamente’, es decir, ante la provocación separatista y la debilidad gubernamental, respondieron como en el experimento de los perros de Iván Pávlov, es decir, bajo un reflejo condicionado: cogieron la bandera nacional y se fueron a Colón en un ‘totum revolutum’ insomne en el que Casado ejerció de anfitrión, Abascal se encumbró sin tener ni un solo escaño en el Congreso y Rivera remoloneó hasta lo excéntrico haciéndose acompañar por banderas del movimiento LGTBI. Y al final para reunir, en el mejor de los casos, a 200.000 personas.
La rehabilitación de escenarios pasados muestra, además del reflejo condicionado ‘pavloviano’, una pereza intelectual frustrante y poco prometedora
Y la foto: los tres regalaron a Sánchez un cartel electoral que le servirá para evitar la gran baza que tenían las derechas: la desmovilización de la izquierda. En esos ámbitos se trabaja a destajo en elaborar el relato de la derecha petrificada. Subrayando que se comporta como siempre: en Colón, banderas al viento y con el prolegómeno —tan anacrónico y de dudoso estilo y en absoluto eficaz— de poner a escurrir al presidente del Gobierno socialista (ahora Sánchez: traidor, felón, okupa, golpista. Y antes a Zapatero: traidor a las víctimas de ETA). Por si fuera poco, la rehabilitación de escenarios pasados («la agenda de ETA» en versión de Casado) muestra, además del reflejo condicionado ‘pavloviano’, una pereza intelectual frustrante y muy poco prometedora. En fin, que la concentración de Colón sirvió exactamente para que ocurriese lo que esperaba el PSOE y el Gobierno: tras el pacto de Andalucía —muy explicable—, la coyunda innecesaria y voluntaria de la manifestación con una impagable fotografía.
Una parte de la campaña de la izquierda, se la hicieron PP, Cs y Vox. Nunca tuvo más éxito un eslogan que el del PSC de 2008: «si tú no vas, ellos vuelven». Por ahí van a ir los tiros de la movilización de las izquierdas (el problema de la izquierda no consiste en escasez de electores, sino en su renuencia a participar), a la espera de que las derechas practiquen la «destrucción creativa» teorizada por Joseph Schumpeter y sepan reinventarse, destruyéndose previamente, para funcionar en un tiempo histórico que no se parece en nada a los anteriores y durante el que están entrando en implosión no solo los mensajes políticos, sino la forma de comunicarlos y, sobre todo, los receptáculos (hasta ahora los partidos) desde los que se lanzan al electorado.
La opción de futuro de PP, Cs y VOX —que podrían, sumando, ganar las elecciones del 28 de abril— consiste en la ya mentada «destrucción creativa»
Entre el PP y Vox se ha firmado implícitamente una ‘entente cordiale’. A Casado no le importa pasar por duro, ultraconservador e, incluso, extremista. Y a Abascal le va bien que el presidente del PP le otorgue un estatuto por anticipado de socio-colaborador en la esperanza de que pueda imponerle con más energía que en Andalucía condiciones programáticas. Pero ¿qué ocurre con Ciudadanos? Pues después de acudir a Colón con los populares y los ‘voxistas’ y proclamar que con Sánchez y el ‘sanchismo’ no tienen nada que hablar, es de temer que no tengan otra que orillar sus afanes liberales y formar parte del tridente. O sea, hacerse de derechas puras porque su terreno central lo ha ido abandonando y no lo habita nadie.
La opción de futuro de estas tres formaciones —que podrían, sumando, ganar las elecciones del 28 de abril— consiste en la ya mentada «destrucción creativa». Es decir: poner en solfa sus reflejos condicionados (no salivar como los perros de Pávlov entrando al capote de los irritantes estímulos con los que la izquierda les cita desde los medios) y sorprendernos con unas ciertas dosis de contemporaneidad, de originalidad, de imaginación, habilidad y de alguna sofisticación. Y, a la espera, de cómo Ciudadanos recupera su perdido espacio liberal que podría ser el mecanismo móvil para evitar que el 29 de abril nuestro país se encuentre encarcelado en un bloqueo político tan desesperante como el de estos últimos años.