EL MUNDO 21/12/13
· El electorado del PNV no respaldaría de forma masiva la secesión del País Vasco
Euskadi no sigue a Cataluña; tampoco en los sondeos. El último, el Euskobarómetro de la UPV/EHU, indica que el independentismo no ha crecido en las últimas décadas –se mantiene en torno a un tercio de la población– ni en el último año de la aventura catalana. Si bien un 54% de los vascos apoyaría la convocatoria de un referéndum, sólo el 37% votaría sí. Algunos menos elegirían el no (33%) y un tercio se abstendría o no contesta. La clave, en buena medida, se halla en el PNV.
El electorado del partido de Iñigo Urkullu no respaldaría la independencia de forma masiva. De hecho, sólo el 43% votaría que sí, al tiempo que el 27% se pronunciaría en sentido contrario. Quizá piensa en esto el lehendakari cuando plantea un nuevo estatus político para el País Vasco que logre la aprobación de al menos una fuerza no nacionalista y que no suponga un salto de máximos a la autodeterminación que exige la izquierda abertzale.
En lo que respecta al conjunto de la sociedad, la papeleta del sí se vería resentida en el caso de que se abra «el debate de las consecuencias», en palabras del director del Euskobarómetro, el catedrático Francisco Llera. Porque ese 37% que votaría a favor retrocedería al 31% en caso de que la independencia implicara salir de la UE, y hasta el 29% si el nuevo país perdiera posiciones respecto a la economía española. El escenario final es de «incertidumbre»: el 33% cree que al País Vasco le iría mejor (aquí, sólo un 33% de los votantes del PNV, 12 puntos menos que en el primer semestre), el 29% que peor y el 14% que igual. ¿Cuál es el comportamiento de estas preferencias en los últimos tiempos? El equipo de investigación incluyó la pregunta del referéndum por primera vez en mayo de este año para analizar el eco del proceso soberanista catalán en la ciudadanía vasca. Desde entonces, el apoyo a la convocatoria de una consulta y el voto afirmativo han retrocedido un poco (cuatro y dos puntos). En los años anteriores, los sentimientos de independentismo –que la encuesta lleva midiendo desde 1995– apenas han cambiado.